Este año, en España, cerca de 17.000 parejas se han visto obligadas a aplazar su boda por la situación actual. Aunque algunos novios como Catarina y David hayan decidido darse el 'sí, quiero', incluso con mascarillas, muchos han preferido esperar a esa "nueva normalidad" que ya se empieza a ver en el horizonte –cabe recordar que en fase 2 las ceremonias podrán llevarse a cabo con un máximo de 100 personas en espacios al aire libre o de 50 en lugares cerrados, y en fase 3 con un máximo de 150 invitados en exterior y 75 al aire libre–. O, incluso, han decidido posponer su gran día hasta 2021. En muchos casos los novios han apostado por una fecha más o menos similar a la inicial. Es decir, si se casaban en verano, su nuevo día es en la misma estación. Pero otros muchos han optado por elegir los meses de otoño o de invierno. Y, en esos casos, ¿qué pasa con los vestidos de novia?
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Desde que se decretó el Estado de Alarma, los diseñadores nupciales se han adaptado a las necesidades de los nuevos tiempos. Sara García, directora creativa de Impúribus nos explicaba que, al principio de la cuarentena estaban "haciendo más comunicación con las novias e invitadas por llamadas y videollamadas en algunos casos que lo requieren, y poder tener todo listo para hacer las siguientes pruebas lo antes posible". Desde Miguel Marinero aseguraban que "gracias a la tecnología podemos atender a nuestros clientes por videollamada, de esta manera avanzamos mucho en cuanto al diseño. Nos permite ir conociendo a la cliente, que es uno de los puntos más importantes, y si necesitan ver muestras de algunos tejidos, ¡se las mandamos por correo fácilmente! No hemos dejado de soñar, creando vestidos que ilusionen".
Ahora, en plena desescalada, los ateliers ya han abierto sus puertas y, bajo cita previa y con las medidas necesarias, siguen trabajando como antes y, en algunos casos con más intensidad. Muchos de ellos terminando los vestidos para chicas que se casarán en septiembre y, otros, adaptando los diseños de las novias a la nueva fecha. "Las fechas pospuestas, no suponen ningún problema para nosotros. Nos adaptamos a estas circunstancias especiales y vamos a diseñar con alguna de las novias pequeños cambios en el traje por el cambio de fecha, como mangas, etc.", nos explicaba Sara García. Una afirmación que compartía Teresa Helbig que, en la entrevista en directo que tuvimos con ella, nos explicaba que las novias de otoño o invierno son mágicas, muy especiales, y pueden llevar prendas vistosas, elegantes y muy trabajadas como abrigos o chaquetas.
Adaptar un vestido de verano a una novia de invierno
Aplazar la boda a una fecha similar –aunque en el próximo año– no tiene mayor problema a la hora de adaptar el vestido. La diseñadora Laura Escribano asegura que los cambios suelen ser bastante sencillos. Por ejemplo, si la boda inicial estaba prevista para primavera y finalmente tiene lugar en verano, basta con quitar alguna capa; si el cambio es de verano a otoño, se podría recurrir a la manga larga o revisar los tejidos; y si es de primavera a otoño no debería haber demasiadas modificaciones, ya que ambos periodos son de entretiempo. "Es más conflictivo mover la boda de verano a invierno que de invierno a verano en cuanto a diseño de vestido y look se refiere. Es importante tener en cuenta que todos estos puntos dependen también de dónde te cases. Por ejemplo, no es lo mismo casarse en Canarias que en Madrid. Las islas cuentan con un clima mucho más suave que la capital, es decir, no hay un cambio tan brusco de temperatura entre estaciones", explica la creativa.
Laura explica que cuando ya se tenga clara la nueva fecha, lo importante es analizar cuánto afecta a la idea inicial del vestido y ver cómo se podrían llevar a cabo las modificaciones para variar lo menos posible la elección de la novia. La diseñadora asegura que es muy importante prestar atención, en primer lugar al tejido. "Se cambia, se añade o se quita. Se cambia un tejido más liviano o más grueso dependiendo del cambio de fecha y lugar; se quita tejido en caso de trasladar la boda de invierno a verano y se añade en caso de pasar de verano a invierno". Después habría que prestar atención a los componentes del vestido, como las mangas, el escote o los puños. Dependiendo de la nueva fecha tal vez sea necesario cambiar ligeramente el escote o ampliar o recortar la manga. Aun así, si la novia no quiere hacer demasiados cambios, siempre existe la posibilidad de jugar con los tejidos o la superposición de prendas.
Si hay una solución que gusta a todas las diseñadoras a la hora de transformar un vestido más bien veraniego en uno perfecto para invierno, es la de recurrir a complementos y prendas como capas, abrigos o chaquetas. De ese modo se puede pasar con facilidad de verano a invierno sin necesidad de descartar la idea inicial de la novia. Y es que la mayoría de las chicas podrán lucir un vestido con un escote más amplio o incluso sin mangas durante la celebración siempre que sea en un interior.