Aseguran los diseñadores que cuando una novia va a elegir el vestido que llevará en su gran día es preferible que vaya sola o acompañada solo por personas de mucha confianza. Los motivos son, en realidad, sencillos. "Yo recomiendo siempre que no más de dos personas. No porque no haya espacio, sino porque a veces muchas opiniones hacen que la novia deje de transmitir lo que ella quiere para escuchar al resto, y el resto no se está casando, se está casando ella", nos explicaba Beatriz Claro, Directora Adjunta de Fernando Claro Costura. Y es que encontrar ese vestido que enamore no siempre es una elección fácil y lo que sí parece claro es que debe ser una prenda única, que represente la personalidad de cada chica y en la que influyan, lo menos posible, opiniones de otros. Algo con lo que parece coincidir plenamente Luisa Varo. "Lo más importante es sentirte cómoda, natural, guapa y tú misma. Tienes que elegir lo que creas que te sienta mejor, sin importar qué opinen los demás o las tendencias del momento. Puedes admitir sugerencias, pero siempre siendo fiel a tu estilo. Creo que todas alguna vez hemos soñado con nuestro vestido de novia, y que de alguna manera lo tenemos más o menos claro, solo hay que buscar a la persona idónea para que te ayude a hacerlo realidad". Un diseñador ideal que ella encontró, precisamente, en Fernando Claro.
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Luisa es natural de Barbate, Cádiz, médico de profesión –actualmente ejerce en un Centro de Atención Primaria– y una apasionada de las Bellas Artes. "En especial de la pintura. Historia del Arte fue durante un tiempo una posible alternativa universitaria a la Medicina. Ser restauradora de arte ha sido mi ilusión desde muy pequeña, y espero poder retomarlo en el futuro", nos explica. Tal vez por eso, al elegir el diseño de su gran día, mostró una sensibilidad especial y apostó por una de esas piezas que, pese a ser sencillas, vuelven al saber hacer artesano a medio camino entre la costura y el arte. "Elegí a Fernando Claro por varios motivos. Hace tiempo visité su atelier de Sevilla para hacerme un vestido de invitada para la boda de mi hermano, y aparte de quedar encantada, tuvo mucho éxito. Luego volví cuando me encontraba en busca de mi vestido de novia y quedé prendada de sus telas, pedrerías y bordados cosidos a mano. Visité algunos diseñadores más pero su propuesta sobre mi vestido fue la que más me gustó. Entendió lo que quería y me dio más ideas que luego llevamos a cabo. El resultado no pudo ser mejor". Y es que el entendimiento mutuo entre novia y diseñador es el primer paso para que el vestido funcione.
Aunque hay muchas chicas que se sienten indecisas cuando imaginan el vestido de sus sueños, no fue el caso de Luisa que, desde siempre, había tenido claro que el día de su boda llevaría un vestido blanco, ceñido, con escote en 'V'. Una prenda sencilla pero adornada con esos detalles que ayudan a hacer que el diseño sea inolvidable, como unas mangas especiales. "En mis pocos ratos libres, miraba desfiles de trajes de novia, revistas y me empapaba de fotos de redes sociales para inspirarme", nos explica. Y aunque se decantó por ese menos es más que impera en la moda nupcial renunció a otras tendencias como las mangas abullonadas o las lazadas. "Me gusta seguir la moda, pero considero que las tendencias hay que adaptarlas a una misma, a tu día a día. No a todo el mundo le sientan bien las mismas cosas, no porque se lleve algo tengo que comprármelo si creo que no me favorece. No soy de las personas que les gusta arriesgarse, y menos para mi boda. Alucino con los vestidos imposibles de las alfombras rojas y pasarelas, pero no son para mí". Ella optó por bordados con pedrería de cristal de los que se enamoró en su primera visita al atelier –a la que acudió acompañada por su madre, su estilista particular–.
Otra de las cosas que tenía muy claras era que quería estar cómoda en su gran día y poder disfrutar de toda la celebración de principio a fin. "De la cola me gustaba la idea de que fuese ligera, no muy larga y para el baile poder quitármela y no tener que cargar con ella. No teníamos muy claro si comenzarla con una capa desde los hombros o la cintura, ya que la espalda era algo que no teníamos decidido en un principio". Al final se decantaron por incorporarla en la cintura, para dejar a la vista una bonita espalda elaborada en tul y con bordados. "En el baile me quedé con un vestido largo, sin cola, como un vestido de noche de fiesta, para que nada me molestara y poder así disfrutar al máximo". Quizá el elemento que más dudas le generó fue el velo. No todas las chicas se atreven con este accesorio que, hace unos años, era un imprescindible de cualquier look nupcial. Lo suelen ver demasiado clásico y no tienden a verse con él. Pero son muchos los diseñadores que insisten en que esta pieza le da el toque definitivo al vestido, sobre todo cuando la ceremonia es religiosa. "Me agobiaba sólo de pensar llevarlo puesto. Mi madre y Fernando insistían, pero cuando ya vimos el vestido casi listo, el tocado y añadimos el velo no lo dudé. Además el momento de retirada de velo me parece de lo más emotivo de la ceremonia. ¡Las madres siempre tienen razón!", confiesa Luisa.
Cuando el tocado es el mejor aliado de una novia
Uno de los detalles que más llaman la atención del look nupcial de Luisa es su peinado, un sencillísimo recogido bajo que favorecía especialmente sus facciones y que la andaluza culminó con un bonito tocado con el que no rompió el total look blanco. "quería que fuese sencillo, que naciese del recogido hacia delante. Visité al artista Luis Benítez, me encantaron él y su taller, así que en cuanto lo conocí sabía que él sería el artífice del tocado. Nos decantamos por uno de flores, pistilos y hojas, para mí precioso, y el color lo elegimos en la recta final una vez tenía el vestido terminado, era el color que mejor le iba, blanco", nos explica. Los únicos toques de color de su look nupcial los puso con las sandalias –de Custom&Chic, en terciopelo color perla y pedrería en la parte delantera– y su ramo, un bouquet pequeño, con flores silvestres en tonos blancos y verdes.
La romántica historia de Luisa y Joaquín
"Quino (Joaquín) y yo nos conocimos en Sevilla en nuestros primeros años universitarios a través de amigos en común. Al cabo de los años, nos reencontramos ya finalizando nuestras carreras, yo de medicina y él de arquitectura. Yo estaba pasando por un mal momento familiar y el destino (y su perseverancia) hizo que volvieran a cruzarse nuestro caminos, para ayudarme a superar tiempos difíciles, quererme como nadie, llenarme la vida de alegría y ayudarme a afrontarla con una actitud positiva. Tenemos caracteres muy diferentes y eso hizo que congeniáramos muy bien". Después de siete años de noviazgo, Joaquín le pidió matrimonio en un viaje que hicieron en el verano de 2017 a Sri Lanka, en un cenador iluminado con velas junto a la orilla de una increíble playa de Trincomalee.
Tras organizar todos los pormenores del enlace con Cristina, la wedding planner que les ayudó a que todo saliera como ellas habían imaginado, celebraron su enlace en la Capilla del Convento de La Almoraima, en Castellar de la Frontera, y en cuyo claustro y jardines tuvo lugar la posterior celebración. "Lo elegimos por ser un lugar con un encanto único, fundado a principios del siglo XVII, y cuya finca, la más extensa de Europa, posee una situación privilegiada en el corazón del Parque Natural de los Alcornocales, al que denominan como la última selva mediterránea", nos explica Luisa.
Lo más bonito de aquel día fue reunir a todos sus familiares y amigos y compartir con ellos uno de los días más especiales de sus vidas. Y aunque una boda suele dejar decenas de anécdotas, una de las mejores fue la que protagonizó, por amor, Joaquín. "Yo siempre había querido casarme por la Iglesia, pero teníamos el ligero inconveniente de que Quino no estaba bautizado cuando decidimos contraer matrimonio. Para poder cumplir mi sueño, decidió bautizarse y confirmarse, lo que me parece un gran gesto de amor. Quisimos que el mismo sacerdote que lo había bautizado y confirmado fuera el mismo que nos uniera en matrimonio. Resultó ser un momento muy entrañable ya que él mismo reconoció durante la ceremonia que era la primera vez que bautizaba, confirmaba y casaba a un novio cuya prometida había estado en todas presente, lo que provocó las risas de todos los asistentes". Y un recuerdo que nunca olvidarán.