La tradición dicta que toda novia debe llevar a su boda algo nuevo, algo prestado y algo azul. Lo nuevo acostumbra a ser el vestido o los zapatos, lo prestado suele ser una tiara o un accesorio vintage, lo azul, por lo general, son los zapatos o un detalle del estilismo. Esto no es novedad, pero quizás ahora, consecuencia del cambio de rumbo en el sector nupcial, las joyas no sean ya la pieza con historia, ese préstamo que se hereda, sino el complemento más reciente y original todos. Ejemplo de ello es el éxito de las realizadas en cerámica.
No a todas las prometidas les convence la idea de lucir una pulsera, un colgante, unos pendientes o un collar de inspiración clásica. En cambio, prefieren opciones con un punto actual y un bonito relato detrás, que convierta las creaciones en recuerdos sin fecha de caducidad. Para las amantes de las piezas con reminiscencias artísticas, nada mejor que los nombres más actuales de la cerámica y la porcelana. Estas almas creativas hacen de su bisutería auténticas obras de arte, en las cuales las texturas y el color son ingredientes destacados.
Con altas dosis de diseño y cierta pasión por la moda y la arquitectura, las casas españolas dedicadas a la joyería del barro han conquistado a las redes sociales, las revistas de moda, las estilistas y a un gran número de clientas con mucha personalidad. Ahora a esa extensa lista de fans, se suman también las novias de espíritu vanguardista, amantes del arte, de lo hecho a mano y del comercio local de calidad. Para comprenderlo, basta con descubrir el trabajo de Julieta Álvarez, una experta veterana en el universo del diseño cerámico, que conoce a la perfección a su público, lo que demanda y los nuevos pasos que esta dando el gremio.
Obras de arte hechas joyas
"Me inspiro siempre en el mundo de la naturaleza y el cosmos y me gusta trabajar con técnicas artesanales y materiales naturales", explica en el tráiler de su propio curso online para Domestika. Siete años de experiencia, un radio de venta que abarca 20 países (de los cinco continentes) y el reconocimiento de ser la diseñadora de joyas para la casa Lladró, hacen de esta diseñadora la reina de lo esculpido, una eminencia en la materia en nuestro país.
Sus espectaculares colecciones vestibles y vivibles, a las que no les faltan colores pasteles y formas geométricas e irregulares, han formado parte de exposiciones en grandes pinacotecas como el Museo Pompidou de París o el Reina Sofía de Madrid. Por todo esto y mucho más la casa se ha convertido en una de las aliadas favoritas de diversas celebrities y personajes del mundo de la cultura cuando tienen una cita imperdible. Su propuesta atemporal y agradable (disponible en su tienda online) es un canto a la feminidad, que las más románticas valorarán el día de su enlace.
La artesanía como motor
Siguiendo la pista de esa estética coqueta y naíf, Lola Verona propone todo un universo de colores ácidos y creaciones llamativas para poner una nota divertida al look nupcial. Con sede en el madrileño barrio de La Latina desde 2015, la firma pretende poner en valor el trabajo artesano frente a la producción industrial, pues todas sus colecciones están hechas en el taller de Susana López, fundadora y directora creativa de la marca. Sus diseños se enmarcan dentro de la tendencia slow fashion o moda lenta, que apuesta por una fabricación meticulosa y respetuosa con el medio. Una práctica que no está reñida con mantener un estilo propio.
Al lado de ese concepto de creación respetuosa también está La Polaca. Sus aires juveniles y sus propuestas monocromáticas hacen de esta firma con cuartel en Murcia una de las marcas emergentes más sugerentes del momento. Para su equipo cada pieza es un proyecto que merece tiempo y mimo a partes iguales: "Cada obra tiene una impronta particular, rebosante de intensa belleza, fruto esta de haber sido elaborada desde un profundo amor al arte", explican en su web. Es esta filosofía la que convence a sus seguidores en redes sociales, después de todo ¿quién no quiere una pieza con historia?
Dos estilos muy diferentes en el gremio
Recogiendo el testimonio de estos nombres de la cerámica y en base a lo que se ve en estos momentos en el gremio, podría decirse que hay dos líneas muy diferenciadas: una alegre y vibrante, de la que forman parte las ya mencionadas Julieta Álvarez, Lola Verona o La Polaca y otra más limpia y minimalista, que representa a propuestas como las de Pedrusco o Dsnu. Ambas direcciones estéticas encajarían en los estilismos de novias muy diversas, algunas inconformistas y otras delicadas y clásicas.
Para las futuras esposas de alma minimal, Pedrusco, que tiene a Irene Trincado al frente, puede ser una gran opción con conciencia social. La marca hace suyo un lema tan puro como potente en medio del diálogo sobre el medio ambiente: el regreso de las profesiones de antaño. El propósito último de la casa bilbaína es "recuperar la actividad artesana del ceramista tradicional, aplicada al ámbito de la joyería y los objetos", recalca en su web. Todo un reto que ve sus frutos en proyectos junto a grandes profesionales del mundo de la cultura, como Coco Dávez, y apariciones en medios de comunicación.
Revistas y digitales de nuestro país también han puesto el foco en la creatividad y el buen hacer de Dsnú. Su propuesta, casi radical frente a lo que ofrece el mercado, ha convertido a Ana Martínez y David Felipe, los responsables de este estudio madrileño, en uno de los dúos creativos más vigilados de su sector. No es de extrañar pues sus diseños imperfectos, limpios y conceptuales, buscan ser un reflejo de la sutileza y la belleza de los materiales en sus propias cualidades plásticas, sin florituras ni estridencias. Es esta, la base de toda su producción manual, la que convierte a sus piezas en tesoros atemporales que, posiblemente, más de una prometida quiera incorporar a su joyero y lucir, así, el día de su boda.