Cada vez más novias tienen claro que el vestido que llevarán el día de su boda tiene que representarlas. Debe ser una prenda que refleje, en la medida de lo posible, su personalidad, para que cuando la vean los invitados la reconozcan. "Que vaya totalmente con tu estilo, que ese día no parezca que vas disfrazada, si no que sea lo más parecido a cualquier vestido que te pondrías si fueses una invitada. Sentirte cómoda y dentro de tu propio estilo creo que es fundamental para disfrutar al máximo del gran día". La que habla es Laura Gamartiz, una de esas novias anónimas que, por la elección que hizo para su enlace, termina convirtiéndose en viral en las redes sociales. Su imagen, como la de otras chicas, ha pasado por algunas de las cuentas más reconocidas del sector nupcial y ha acaparado miles de likes de todo tipo de personas. Algo que logró gracias a un sencillo vestido diseñado por Laura Ponte con más de una peculiaridad. ¿La más llamativa? Las mangas eran desmontables.
Foto a foto, la boda de Laura y Pedro en Jávea
Los motivos que llevan a una novia a decantarse por un diseñador en lugar de otro son de lo más variados. Algunas apuestan por un creativo que llevan siguiendo desde hace años; otras llegan por casualidad a su atelier, se enamoran de sus vestidos y quieren que sea quien diseñe el vestido de sus sueños; y muchas se dejan guiar por las sensaciones que sienten cuando hablan con ellos. Laura nos explica que eso último fue lo que, realmente, le hizo decantarse por Laura Ponte. "Me guie por la confianza y por las sensaciones que me transmitió el primer día que nos reunimos. El día que me presentó los bocetos, vi que había sabido captar muy bien el tipo de vestido que me apetecía. Me entendió a la perfección. Ella tiene un estilo muy marcado, pero supo adaptarse muy bien al mío y a lo que yo buscaba", nos cuenta.
Juntas crearon un diseño sencillo, minimalista, que evolucionaba a lo largo de la ceremonia, ya que permitía quitar las mangas y transformarlo en un vestido más festivo para la cena. Eso sí, hubo que hacer más de un cambio hasta dar con el modelo ideal. Laura nos explica que desde el primer momento tuvo claro que quería un vestido confeccionado en un tejido ligero, que tuviera escote en 'V' y fuera muy sencillo. Eso sí, mejor con esos detalles que ayudan a hacer que una prenda sea inolvidable. El resultado fue maravilloso, y totalmente lo que ella buscaba, algo que se consiguió gracias a las muchas horas de trabajo que hubo detrás del diseño. "Todo el vestido fue cosido a mano por la delicadeza de los tejidos y para que quedara todo bien encajado. Laura lo fue modelando sobre mi propio cuerpo, y fuimos cambiándolo a lo largo de los meses. La espalda, por ejemplo, ¡la cambiamos en la última semana! Se nos iban ocurriendo nuevas ideas en cada prueba y el vestido fue evolucionando. Hubo cambios de tejido, de diseño… hasta que dimos con el resultado final. Llevé mangas para la ceremonia, pensaba quitármelas después de la iglesia al igual que el velo, aunque al final estuve todo el cóctel con ellas puestas y me las quité justo antes de entrar a la cena", nos cuenta.
Los detalles de un look viral
Muchas novias, el día de su boda, optan por llevar algo azul. Un detalle que casi siempre se esconde en una joya o en un bonito detalle de la lencería nupcial. Otras cumplen también con lo de llevar algo prestado –generalmente una herencia familiar–, algo nuevo o algo viejo. Algunas, incluso, evitan las perlas porque, según la tradición, no son la mejor elección para el día de la boda por las connotaciones negativas que algunas leyendas les han dado. Laura, sin embargo, asegura que no es una de esas chicas que se rige por las tradiciones. "No lo llevé a rajatabla, aunque me parece romántico cumplir con ellas. Mi toque azul lo llevé en el ramo, tanto en las flores como en la cinta de terciopelo azul que le pusimos". Su bouquet, de aspecto silvestre y lleno de color, ayudó a darle un aire totalmente distinto al vestido. "Me gusta que los complementos destaquen en mi día a día, ya sea un sombrero, tocado, bolso… que sean más llamativos dentro de un estilo sobrio. Y para ese día quise que ese toque estuviese en el ramo. El ramo estaba compuesto por hortensias, eucalipto, lavanda, astilbe, solidago, eryngium y espigas", y como Laura asegura, para ella era el más bonito del mundo.
Pero no fue el único detalle que le hizo cumplir con las tradiciones y romper con el clásico total look blanco por el que todavía apuestan algunas novias. Laura lució unos zapatos de Saint Laurent de color nude, un tono que suele convencer a las chicas que se casan y, aunque quieren un detalle distinto, no buscan opciones muy llamativas. Además, llevó velo. "Era de la bisabuela de Pedro –su marido–, con el que se casó ella y gran parte de las mujeres de su familia. Cuando su madre me lo enseñó, me enamoré de la delicadeza que me transmitía y me hizo mucha ilusión poder casarme con él. Es de seda bordado completamente a mano". Y, como marcan las tendencias, combinó este diseño con un tocado. En su caso se trataba de un sencillo turbante con el que decoró su peinado, una trenza muy sencilla y natural, como las que suele llevar en su día a día.
Una historia de amor con sabor a África
El otro gran protagonista de esta historia es Pedro. Él y Laura se conocieron, como suele ser habitual, por unos amigos comunes. "Coincidimos en un día de campo en la finca de un amigo que tenemos en común. En ese momento Pedro vivía en África, llevaba 4 años allí, entre Camerún y Mozambique, y coincidió que había venido a pasar unos días a España. Ese día hubo muy buena conexión y los meses posteriores fuimos hablando de vez en cuando. Me llamaba desde un teléfono satélite, ya que en los lugares donde estaba no tenían cobertura. ¡Era un poco locura! Y no fue hasta un año más tarde, cuando Pedro regresó a vivir a Madrid, que comenzó nuestra relación".
Casi cuatro años después de aquello, Pedro le proponía a Laura que se casaran. Aunque el matrimonio entraba en sus planes, lo cierto es que no habían hablado detenidamente del tema. Por eso la petición fue toda una sorpresa par ella. "Fue un fin de semana que pasamos en el campo cuando, de repente, en mitad de la cena, me sorprendió con el anillo. Me pilló tan de sorpresa que no pude ni hablar. En ese momento no me di cuenta de nada, pero realmente él tenía todo calculado al milímetro: la chimenea, el champagne, los aperitivos que más me gustaban…".
Se casaron el pasado 7 de septiembre en Jávea (Alicante), la localidad en la que veraneaban desde pequeños y en la que tienen más de un recuerdo. "A mí me hacía especial ilusión ya que he vivido allí muchos de los momentos más felices de mi vida con mi familia y amigos. Tuvimos la suerte de poder celebrar la ceremonia religiosa en la Ermita del Cristo del Calvario, queríamos una celebración sencilla e íntima. Luego elegimos la finca Casa Santonja que se encargaron de crear un ambiente elegante y mágico". Todo lo organizaron ellos, aunque, como nos explica Laura, contaron con la ayuda de grandes profesionales que les ayudaron a que todos los detalles del gran día fueran como ellos esperaban. "Salimos de la ermita en nuestro Land Rover. Este coche lo tenemos desde hace un par de años, fue un capricho, pero no nos resistimos ya que nos encanta a los dos, ¡además es igual que el habíamos usado en nuestro viaje por África en el verano de 2015! Nos parecía una forma preciosa de unir este día tan importante en nuestras vidas con el comienzo de nuestra relación", concluye Laura.