Hay historias de amor que son el resultado de una bonita y larga amistad y otras que surgen de un auténtico flechazo. Sara y Guillermo, los protagonistas de esta historia, se vieron por primera vez en un bar de copas, él se acercó a hablar con ella y todo surgió de forma natural. Sara nos cuenta que la idea de casarse siempre había estado en la mente de ambos desde hacía años. Eso sí, para ello debían encontrar a la persona perfecta, esa con la que poder formar una familia. Por suerte uno se cruzó en el camino del otro. Y así, en su segundo verano juntos, cuando se encontraban de vacaciones en Jamaica, él le hizo una proposición. "La última noche antes de regresar me regalo un anillo de pedida y me propuso que nos casáramos. Yo le respondí que sí y acto seguido nos fundimos en un abrazo. Él siempre me dice que aquel fue el abrazo más auténtico de toda su vida", nos explica Sara Martínez M. de Marañón.
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Foto a foto: la boda de ensueño de Sara y Guillermo
Encontrar el vestido perfecto para un día tan importante es algo suele preocupar a las novias que miran infinidad de imágenes y recorren varias firmas antes de tomar una decisión. Ese no fue el caso de Sara. Esta farmacéutica vitoriana tenía claro que Helena Mareque era la diseñadora perfecta para ella. "Fue siempre mi primera opción. Me rechifla su estilo romántico y atemporal. Piezas únicas, auténticas obras de arte. Delicadas, imponentes, combinando flecos, bordados elaborados por artesanos italianos, las mejores telas, colas impresionantes". La novia nos explica que ese entendimiento fue mutuo desde el primer momento. "Hubo siempre un feeling especial, cada prueba era un cuento de princesas. Fuimos dibujando ambos vestidos de manera conjunta, retroalimentándonos y combinando ideas e inspiración mutua. Ella me propuso venir a vestirme en persona el día de la boda, finalmente no pudo ser. No pudo desplazarse desde Madrid. Siempre la recordaré con cariño".
El resultado fueron dos elegantes diseños. El primero de ellos, el que Sara llevó a la iglesia, era un vestido bastante sencillo en la parte delantera, de manga larga y con un favorecedor escote. La espalda, también acabada en pico, pero mucho más pronunciada, estaba adornada por flecos, una de las tendencias preferidas de las novias de 2019 y promete seguir siéndolo también de las de 2020. Lo más llamativo era la capa, tipo mantón, que Sara eligió para culminar el estilismo. Una pieza de pura artesanía que, cuando trascendieron las imágenes de la boda, tardó poco tiempo en hacerse viral en redes sociales. "Me encanta seguir las tendencias, pero entiendo que hay que saber interpretarlas y adaptarlas a cada cuerpo y a cada personalidad. Hay prendas y vestidos de novia atemporales y eternamente elegantes. Yo quería verme en mis fotos de boda y sentirme bien vestida hoy y siempre que recuerde ese día con el paso de los años. La calidad y lo artesanal son un valor al alza".
El segundo vestido, firmado también por Helena Mareque, estaba inspirado en un look que llevó Kate Moss. "Mi idea de confeccionar un segundo vestido estuvo presente desde la primera conversación que mantuve con Helena. Ella me propuso que fuera de corto, que me arriesgase por algo estilo El gran Gatsby, años 20. No me seducía demasiado, pero un segundo vestido tipo vintage sí me apetecía. Un día, vi en una revista a Kate Moss en la alfombra roja con un vestido de noche de raso con manga abullonada y absolutamente segunda piel. Me conquistó el corazón y pedí en el atelier que me confeccionasen una versión para mí", nos cuenta Sara.
Detalles de un día único
Conocerse bien a una misma. Sacar partido a la figura. Elegir un diseño que aguante bien el paso del tiempo. Son muchos los motivos que llevan a una novia a decantarse por un diseño y a dejar de lado otros. Sara tiene claro que el vestido del gran día debe ser "el reflejo de tu personalidad". Y que "encontrarte cómoda, favorecida, que el vestido no te pueda, sino ser tú la luz que acapare todas las miradas ese día de una manera elegante, ligera y sutil", es básico para elegir un diseño adecuado. Ella, nos explica, está muy contenta con su elección. Los invitados que mejor la conocían vieron que sus dos vestidos la retrataron durante el día de su boda.
Pero no solo el vestido es importante a la hora de conseguir un estilismo nupcial perfecto. Los accesorios son fundamentales. Sara se decantó por unas sandalias de Aquazurra de color tierra, el único toque de color de su estilismo. Para las joyas, apostó por unos sencillos pendientes y un anillo de amatista. El maquillaje y la peluquería también importan, y mucho. La vitoriana se decantó por un look natural, con un ligero toque de color en los labios, la zona de su rostro que suele resaltar en su día a día. Y, aunque sí cambió de vestido, los complementos y el peinado permanecieron intactos. Todos salvo los zapatos, que sustituyó por unas sandalias de Miu Miu de fiesta.
Aquel 26 de octubre todo fue perfecto. La celebración tuvo lugar en el Castillo de la Emperatriz Eugenia de Montijo, ubicado a unos diez minutos de Guernica, la localidad natal de Ángel, el padre de Sara, y donde residen sus abuelos. Y contaron con la ayuda de Itziar Ortuondo y Susana Domínguez, dos wedding planner de Bilbao para que todo saliera como habían planeado. "Lo más especial fue reunir ese día a las personas más importantes para Guillermo y para mí. Fue una boda íntima de 120 invitados, muchos de ellos se desplazaron desde Madrid, Barcelona y Reino Unido. Fue un regalo contar con ellos ese día. Para mis padres, Ángel y Pilar, fue el mejor día de sus vidas. Ser testigos de ver felizmente casarse a su única hija les llenó de alegría y satisfacción. El día fue perfecto, sol y 25 agradables grados de otoño. Estábamos todos pletóricos", concluye Sara.