La historia de Paula Celieres, la preciosa novia que se casó en Formentera embarazada de 28 semanas
La actriz comparte con HOLA.com cómo fue crear un vestido para una silueta que cambia con el paso de los días
Describir la emoción que siente una pareja al darse el 'sí, quiero' no es sencillo. Es un acto íntimo y, al mismo tiempo, compartido. Y aunque los sentimientos sean parecidos cada uno vive a su manera el momento. Paula Célières, por ejemplo, asegura que no hay palabras para describir todo lo que sintió. Muchos de sus familiares y amigos llegaron de todos los rincones de España y del mundo hasta Formentera, la isla donde se casó con Tomás. Pero una de las sensaciones más especiales fue sentir a Martina, su bebé. "La noté moverse durante la ceremonia, y justo al dar los anillos. No se puede explicar. Nos casamos los tres", recuerda. Estaba embarazada de 28 semanas.
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Dicen las estadísticas que, de media, los novios tardan cerca de un año en planificar su boda. Durante ese tiempo no solo eligen el sitio en el que se celebrará el enlace, también detalles como las invitaciones, el menú, los fotógrafos… Pero si hay algo que lleva tiempo es el vestido. Encontrar el diseño perfecto no siempre es fácil. Y aunque Paula, que es actriz, nunca fue una novia convencional, sí tenía más o menos planificado cómo sería su vestido cuando descubrió que estaba embarazada. "Fue una sorpresa, no estaba planeado... ya teníamos más o menos el diseño hecho y tuvimos que cambiarlo por completo, no quería que la tripa fuera la protagonista. No era una boda convencional y no quería un vestido convencional. El casarme en la playa me daba mucha libertad para no hacer algo típico". Paula explica que, aunque el proceso fue maravilloso, también hubo cierto estrés. En cada prueba había que hacer modificaciones porque su cuerpo no dejaba de cambiar y ella no veía nada claro. "Envidié a todas las que se casan sin estar embarazadas en algunos momentos, la verdad, pero luego vi que no lo habría cambiado por nada", puntualiza. Menos mal que Alejandra Svarc y su equipo –encargadas de crear el diseño– tenían claro que el vestido iba a salir, y sería precioso.
El resultado fue un elegante y sencillo vestido de tirantes, cortado bajo el pecho, y con una imponente abertura. Un diseño minimalista que Paula acompañó de un abriguito de encaje y, durante la celebración, de una corona de flores. Elementos con los que consiguió crear dos looks en uno. "Quería un abriguito de encaje porque me parecía que encajaba muy bien con Formentera, y también me venía bien por si refrescaba. Quitármelo para la cena fue marcar otro ritmo con el vestuario. En cuanto a la corona de flores, me encanta adornar la cabeza, creo que favorece mucho, ¡y qué mejor día que el de tu boda!". Como complemento final eligió unas alpargatas blancas, un calzado cómodo que había comprado antes de saber lo de su embarazo porque quería bailar toda la noche. Y vaya si lo hizo, ¡aguantó hasta las cinco de la mañana!
Si algo tenía claro Paula es que su look nupcial debía ser cómo ella, reflejarla. "Quería mirar las fotos 6 o 7 años después y que el vestido me siguiera gustando y no haberme arrepentido al escoger algo que fuera tendencia y pasara de moda. Quería que mi vestido fuera mi esencia. Veo imprescindible escoger un vestido que refleje tu personalidad y no guiarte por lo que se supone que debes llevar. Sí que te puedes inspirar, obvio, pero a la hora de escoger el traje lo que importa eres tú y tu seguridad. Tener claro que te favorece y te lo pondrías mil veces más", asegura.
Y aunque los convencionalismos no encajan demasiado con Paula, que cambio la iglesia por una idílica playa, sí quiso cumplir con lo de llevar algo azul. "Quería casarme con algo azul como marca la tradición, también porque es el tono del mar de Formentera y mi color favorito. Creo que hay cosas que no se deben perder. Mi boda fue muy poco común así que me apetecía algo más conservador y tradicional, cargado de sentimiento y significado. En Suarez tenían justo lo que quería: unos pendientes lágrima con diamantes y, la piedra principal, un topacio de azul Formentera, era perfecto".
Un amor a lo largo del tiempo
Paula y Tomás se conocieron cuando ella tenía 15 años y él 23. "Nos presentó su mejor amigo, que es el hermano de mi mejor amiga. Recuerdo que me dijo: "cuando seas mayor me casaré contigo". Me cayó fatal y cada vez que lo veía lo ignoraba". Pero pasó el tiempo y un verano volvieron a reencontrarse y lo miró de otro modo. Era 2017. 16 meses después, la noche de fin de año de 2018, Tomás le pidió que se convirtiera en su mujer. Y lo hizo rodeado de sus familiares y amigos. "Fue precioso compartirlo con mis seres queridos. Dice que decidió dar el paso porque la vida es muy corta y nunca se sabe; quería ser mi marido ya".
Y lo fue. Se casaron en Formentera el pasado 14 de septiembre, un lugar en el que ella lleva veraneando toda la vida. "Para mí Formentera es paz y familia. Soy feliz en esa isla y quería que el día más feliz que mi vida, hasta hoy, fuera en el lugar que más feliz me hace. Además, no quería una boda típica de iglesia, autobús, finca, etc. Quería algo diferente, que reflejase nuestra personalidad. Casarse en plena naturaleza es un lujo que no muchos pueden tener, así que lo aproveché", nos cuenta. Eso sí, Paula explica que en el último momento todo se volvió un poco complicado. Basta tirar un poco de memoria para recordar que, a mediados de septiembre, una gota fría o DANA asoló España. "Planeamos la boda en dos sitios más por si acaso nos llovía y fue horroroso porque no había ni tiempo ni personal. Afortunadamente el sábado 14 solo estuvo nublado y a la hora de la ceremonia había un poco de viento. Fue literalmente un milagro porque jueves y viernes diluvió y tronó".
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