El pasado 1 de mayo, Sophie Turner y Joe Jonas sorprendieron con una inesperada e informal boda en Los Ángeles tras llevar comprometidos desde octubre de 2017. Entre risas y con unos divertidos estilismos, la pareja se dio el 'sí, quiero' de manera oficial en Estados Unidos, pero todo apuntaba a que estaban preparando una gran celebración en Francia con todos sus seres queridos, como ha sido. La semana pasada los invitados -entre los que destacaron los hermanos del novio y Maisie Williams, dama de honor de la novia- comenzaron a aterrizar en París, para posteriormente desplazarse hasta la localidad de Sarrians, donde tuvo lugar la ceremonia. A pesar de que los paparazzi consiguieron capturar alguna fotografía del gran día, la pareja quiso mantener todos los detalles en privado, por lo que tampoco habíamos llegado a ver el vestido de novia... hasta ahora.
Han sido los propios Sophie y Joe los que han querido compartir la primera fotografía oficial del sábado, en la que hemos descubierto por fin el secreto mejor guardado de la novia. Si en la fiesta preboda ambos impactaron con sus estilismos rojos a conjunto, en su enlace han querido mantenerse más fieles a la tradición, aunque han continuado haciendo gala de su rompedor estilo al añadir ciertos detalles de tendencia. Por ejemplo, el cantante fue de negro de los pies a la cabeza, incluyendo la camisa, un look bastante poco habitual para pasar por el altar. Por su parte, la protagonista de Juego de Tronos escogió un original modelo firmado por Nicolas Ghesquière para Louis Vuitton, tal y como apuntaban todas las apuestas ya que es imagen de la firma francesa.
El diseño plasmaba a la perfección esa estética tan futurista y rompedora propia del artista y la actriz pero la adaptaba para que no contrastara excesivamente con la moda nupcial más tradicional. Logrando a la perfección ese equilibrio, Sophie lució un vestido de escote en 'V', falsa manga larga combinada con detalles de encaje y abertura trasera que contaba con una voluminosa falda en línea 'A'. Estaba confeccionado en una mezcla de tul y seda, pero añadía detalles con efecto de piel, como los hombros o el fajín que enmarcaba su cintura.
Con el objetivo de conseguir mayor volumen, añadía una sobrefalda que también hacía las veces de cola, y estaba confeccionado en seda gazar, un tejido con estructura que poseía motivos brocados y detalles de pedrería que aportaba más cuerpo. Para crear este delicado patrón, en el que se dieron 650.000 puntadas, fueron necesarias 75 horas de trabajo digital previo. Posteriormente, fue bordado utilizando 90 agujas e hilos de distintos grosores, con los que más de 10 artesanos trabajaron un total de 1.050 horas.
El resultado final fue un fabuloso vestido que tardó 350 horas solo en ser unido mediante las distintas piezas. La británica remató con un velo corto realizado a mano en el que se emplearon 48 horas, salpicado con delicados bordados de efecto degradado que finalizaban en un bajo de encaje. Lo lució directamente sobre su melena suelta peinada con ondas ligeras y raya al medio, sin tocados o mayores articificios, puesto que prefirió optar por un look de belleza muy natural.