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La de Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam no fue la única boda de la aristocracia europea que tuvo lugar ayer. Mientras gran parte de las miradas estaban puestas en Mónaco, otras tantas se dirigían hacia Sayn Abbey, un monasterio situado a la orilla del río Rin, en Alemania. Allí contrajeron matrimonio hace unas horas el Casimir zu Sayn Wittgenstein-Sayn, exmarido de la princesa Corinna, y su novia, Alana Bunte. Después de 3 años de relación, la pareja oficializaba su romance mediante una ceremonia que ha estado caracterizada por la discreción. Pese al hermetismo existente en torno a esta celebración, curiosamente los detalles que sí conocemos son los relativos a los dos vestidos que ha escogido la novia para su gran día, algo que habitualmente suele ser el secreto mejor guardado de cada enlace.
A sus 42 años, el príncipe le ha dado el 'sí, quiero' a la modelo norteamericana de 28, quien, siguiendo las últimas tendencias entre royals e influencers, ha lucido más de un único look nupcial en su gran día. Ambos han sido obra del español Jorge Acuña, un joven gallego que comenzó en 2002 trabajando con grandes diseñadores de nuestro país como Juanjo Oliva, Carmen March, Fosca Bertrán o Sybilla. En 2007 fundó su firma homónima y unos meses después, su atelier de costura, donde se han ideado los vestidos de novia de Alana.
El primero de ellos, de corte más clásico y atemporal, tiene una estética minimalista y muy 'princesa', con cuello a la caja, manga larga, cuerpo entallado y falda de vuelo en línea 'A' con cola. Estaba confeccionado en faya de seda y lo acompañó del tradicional velo, en su caso de chantilly, que partía de un recogido rematado por una tiara de brillantes. En cuanto al ramo, optó por un tradicional bouquet silvestre en flores de tonos blancos y amarillos
Para la celebración ofrecida posteriormente, quiso evocar un aire más festivo sin alejarse de su característica sofisticación, por lo que se decantó por la versión nupcial de una pieza que llevó Paula Echevarría en los premios Feroz 2018. Se trataba de un vestido muy elegante realizado en crepe de Chine de seda que bien podría haber sido rescatado del armario de Jackie Kennedy debido a su imagen totalmente atemporal, con escote asimétrico -el más favorecedor para todas las siluetas según las expertas en moda y una teatral manga que hace las veces de capa y está rematada por delicadas plumas de avestruz. Otorgó la nota de color gracias a unos pendientes colgantes con piedras preciosas en tono azul engarzadas.
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