A no ser que seas una princesa británica y tu look nupcial acabe formando parte de una exposición en el Castillo de Windsor, como ha ocurrido en el caso de Eugenia de York, es probable que el vestido que has defendido en el día más especial de tu vida acabe relegado a un rincón olvidado en el fondo de tu vestidor. La nieta de Isabel II asistió hace unos días a la exhibición donde se muestran actualmente los dos diseños que lució en el día de su boda con Jack Brooksbank, unos estilismos que ya forman parte del patrimonio real. El resto de los mortales, sin embargo, tienden a revisar las diferentes opciones que ofrece un vestido de novia una vez concluida la celebración. ¿Cómo podemos darle una segunda vida o amortizar su inversión?
Una de las opciones más recurrentes lleva consigo una fuerte carga emotiva. Son muchas las mujeres que guardan con recelo su vestido de novia como el mejor de los tesoros, pensando que, algún día, sus futuras hijas podrán llevarlo de camino al altar. Es un homenaje cargado de nostalgia que muchas veces no se puede llevar a efectos prácticos, ya sea por hechuras incompatibles o por el propio deterioro de los tejidos, fruto del paso de los años. Sin embargo, todo cambia cuando encuentras a unas manos expertas capaces de hacer magia y transformarlo todo. María Amparo es una novia que confió en Navascués para rescatar el vestido de novia de su madre, firmado por Álex Vidal, y transformarlo en una falda desmontable de seda salvaje. "Desde pequeña me encantaba el vestido de mi madre. Cuando lo vi por primera vez en persona tuve claro que el día que me casara tenía que llevarlo".
Dicho y hecho. María Amparo acopló esta sobrefalda a un modelo de líneas sencillas, con escote en la espalda, fajín con aplicaciones doradas y una hilera de botones traseros de la que nacía una sutil abertura. Como futura madre que preveé ser, reconoce que, en el caso de tener una hija, le haría feliz que lo usara en su gran día, "aunque eso ya será decisión suya", afirma. Sin embargo, este diseño parece que no va a quedar relegado al segundo plano de su vestidor ya que, como ella misma reconoce a Hola.com, lo tiene ya listo para la próxima White Party que tenga. "Concebí un vestido de novia cómodo, atemporal, de líneas sencillas y que reflejara mi estilo y carácter, así que creo y espero poder usarlo después de la ceremonia, en la fiesta de mis bodas de plata... ¡Qué ilusión! o qué ilusa...", comenta divertida.
Y es que dar al vestido una segunda vida es la solución ideal para las mujeres más prácticas, ya que suelen transformarlo en un vestido de fiesta o consiguen darle diferentes vidas separándolo en distintas piezas: un top, una falda, una capelina... A través del portal web Bodas.net hemos conocido el testimonio de otras novias reales que dieron una segunda oportunidad a su look nupcial. "Yo disfrutaré al máximo mi vestido. Si puedo, lo teñiré y le cortaré la cola para poder reutilizarlo", comenta una de ellas. "El de mi primera boda está ahora en proceso. Me sale una falda larga, un corpiño y ¡un abrigo! Es que llevaba una cola larga y todo era de distinto color", asegura otra. En otros casos, los vestidos de novia también se adaptan a curiosas situaciones: "No tengo intención de modificarlo, aunque sí que me lo voy a poner más veces. Es la ventaja que tiene comprar un vestido de estilo gótico victoriano e ir todos los años a varios festivales".
Uno de los casos más originales e inesperados es el de Inés Martín Alcalde, una de las diseñadoras de novias e invitadas con más renombre de nuestro país. El día de su boda, cambió su propio rol para caminar hacia el altar con un diseño confeccionado por ella misma que sentó las bases actuales de las novias de invierno gracias a la bomber de encaje con la que completó su look nupcial. A través de Instagram stories, la madrileña reconoció que, con la tela que le sobró de esa chaqueta, remató la capa con la que tiempo después bautizó a su hija Inés.
Y las opciones no quedan aquí. Hay quienes en un alarde de extravagancia deciden enmarcar su vestido de novia para decorar el salón. Si no te lo crees, tan solo tienes que bucear por el archivo de Instagram para comprobar que, sorprendentemente, son muchas las mujeres que optan por esta peculiar alternativa. Otra opción menos extrema y más común es vender este tipo de diseños a través de webs y tiendas de segunda mano. Aparte de los clásicos portales como Wallapop, Vibbo o Chicfy, entre otros, existen aplicaciones especializadas en moda nupcial que aseguran que venderás tu vestido de novia 30 veces más rápido que en una plataforma habitual. Es el caso de Weddalia, que tendrás que hacer un pago previo de 15 euros por publicar tu anuncio, o Celebra tu Boda, donde podrás vender tu vestido o accesorios de boda sin coste alguno.