Cuando la tradición de llevar 'algo azul' transforma un vestido de novia
Cada vez son más las chicas que apuestan por introducir este tono en sus diseños de la forma más original posible
La costumbre y la tradición son dos constantes que, en mayor o menor medida, se cuelan en todas las bodas. Lo hacen cuando la novia elige llevar velo, un accesorio lleno de historia que ha evolucionado hasta convertirse en un complemento al que casi ninguna chica renuncia; también en las alianzas, cuya forma circular representa una historia de amor tan fuerte como infinita. Pero si hay un lema que casi todas las que van a dar el 'sí, quiero' repiten de forma constante es ese de "algo nuevo, algo viejo, algo prestado y algo azul". Lo de introducir el color en los looks nupciales de forma muy visible es cada vez más frecuente. Diseñadores como Reem Acra plantearon en el marco de la New York Bridal Fashion Week vestidos en rosas, malvas empolvados e incluso champán.
Por eso, si hace años el azul, símbolo de lealtad y fidelidad hacia la pareja, se ocultaba debajo de la ropa -muchas veces en forma de lazo que decoraba la ropa interior-, ahora son cada vez más las que apuestan por convertirlo en protagonista de su estilismo. Algunas lo eligen para colorear con él sus zapatos o, al menos, sus suelas. Pero hay maneras mucho más originales. La diseñadora Stella McCartney, que se acaba de estrenar con su primera colección bridal, ha optado por añadirlo en las etiquetas de sus diseños. Ya te adelantamos que algunas nórdicas, como la estilista Trine Kjær, cumplió con esta costumbre al incorporar el tono en su manicura. Otras novias, como María Hidalgo o Lucía Luca prefieren, por el contrario, añadirlo a su vestido en forma de botones.
María es una de las novias que ha confiado en los diseños de Alejandra Svarc para pasar por el altar. En una fotografía de detalle, que la diseñadora ha compartido en su perfil de Instagram, es posible descubrir que la espalda está adornada botones que, además de cumplir su misión más básica, añaden un punto diferencial al vestido y un toque de color de forma discreta. Algo más arriesgada es la elección de Lucía que parecía tener claro que el tono que más predominaría en su estilismo nupcial, por detrás del blanco, era el azul. Ese fue el que se coló en su tocado, en el que algunas flores de porcelana se mezclaban con detalles dorados. También llenó con él sus zapatos, unos elegantes stilettos cruzados en la zona del empeine. Helena Mareque, encargada de crear el vestido de la novia, añadió además unos falsos botones en la parte delantera del diseño, logrando un look rompedor que no resultaba, de ningún modo, estridente.