Las jóvenes flappers de los años 20 vivieron su propia época dorada presumiendo de un estilo de vida diferente. Trabajaban, conducían, escuchaban jazz y acudían a fiestas, ayudando a cambiar para siempre la imagen más tradicional de la mujer. Su maquillaje y su vestuario también influyeron en esta revolución, dejándonos prendas tan icónicas como los vestidos de flecos, los clochés o los eternos casquetes. Este último accesorio ha perdurado hasta nuestros días adaptándose, incluso, al terreno nupcial. Ya sea con velo o sin él, se ha convertido en una de las tendencias más vistas de este año, ayudando a aportar cierta esencia retro a las novias más nostálgicas.
Entre ellos, se pueden distinguir estilos dispares, desde los que llevan el velo incorporado a los que tan solo se ponen a modo de tocado. La diseñadora Inés Martín Alcalde es una de sus firmes defensoras, impregnando en muchas de sus novias cierta estética vintage gracias a sus capotas, confeccionadas con encajes antiguos o crochet. Isabel, por ejemplo, es una novia que quiso huir del tradicional velo que se prende del recogido y apostó por la elegancia de un casquete de crochet, del que nacía después el propio velo.
También se pueden encontrar opciones alejadas del el tradicional vestido regio o el clásico velo que se adecuaran más a otro tipo de personalidad, como los casquetes sin velos prendidos de semirrecogidos que, lejos de dar un aspecto demasiado vintage y romántico, aportan desenfado y grandes dósis de personalidad.
Desde Buffuna Hats, una sombrerería sevillana capitaneada por Patricia Buffuna y Antonio Bosch, apuestan por dar aún más protagonismo a sus casquetes bordándolos con detalles en contraste. El resultado es algo así como una obra de arte de extrema delicadeza capaz de dar un giro de 180 grados a cualquier vestido de novia. Es una opción a tener en cuenta si lo que quieres es huir de los convencionalismos y llevar un trocito de historia en tu día B.