Una de las ideas más bonitas que muchas mujeres tienen desde niñas es casarse con el vestido de novia que llevaron sus madres. Es un homenaje cargado de nostalgia y emotividad que muchas veces no se puede llevar a efectos prácticos, ya sea por hechuras incompatibles o por el propio deterioro de los tejidos, fruto del paso de los años. Sin embargo, todo cambia cuando encuentras a unas manos expertas capaces de hacer magia y transformarlo todo. Es el caso de Cristina y Emilio, dos de los genios que están detrás de la firma Navascués. Ellos fueron capaces de hacer realidad el sueño de María Amparo, una novia que ha querido compartir con Hola.com los detalles de su vestido más especial.
María Amparo siempre supo que quería tener muy presente a una de las personas más importantes de su vida en este día único. Materializarlo en forma de vestido ha sido su mayor ilusión. "Desde pequeña me encantaba el vestido de mi madre. Cuando lo vi por primera vez en persona tuve claro que el día que me casara tenía que llevarlo", asegura. Dicho y hecho. Años después, subía las imponentes escalinatas de las Salesas Reales de Madrid vestida con un pedazo de su propia historia familiar. Un vestido clásico, minimal, de manga larga y cuello a caja, firmado por Navascués, se mimetizaba al milímetro con una impresionante sobrefalda de seda salvaje con la que décadas atrás su madre también había pronunciado el 'sí quiero'.
En un primer momento, María Amparo quiso que este homenaje fuera una sorpresa para su madre. Sin embargo, debido a la logística resultó inviable. "Al tener que acoplar la falda a mi vestido fue imposible que fuera una sorpresa para ella. Sin embargo, el día que se lo dije le hizo mucha ilusión, aunque le asustaba que no se ajustara a la idea que yo tenía para mi diseño". Nada más lejos de la realidad.
El diseño que lució su madre fue diseñado en Valencia por el emblemático modisto Álex Vidal, cuyo hijo lleva ahora las riendas de su emporio. "He escuchado mil veces la historia de cómo diseñaron su vestido en tan poco tiempo y lo feliz que fue con el resultado. Es impresionante cómo un trabajo hecho con tanta profesionalidad y con un tejido de esa calidad se conservara en tan buen estado".
Lo que no dudó desde un primer momento fue en elegir a Cristina Martínez-Pardo Cobián, de Navascués, para hacer realidad su vestido de novia. Su trayectoria profesional y sus años de experiencia en el sector al frente de una firma de referencia hacían presagiar que nada podría salir mal. Su compañero Emilio, al que María Amparo solo tiene palabras de agradecimiento, hizo el resto . "En cuanto me pusieron en sus manos, le encantó la idea de cortar el vestido de novia de mi madre y hacer una sobrefalda para lucirla en la Iglesia y en el cocktail". El trabajo de restaurarlo y acoplarlo como una segunda piel fue mérito de ellos y confirmó la filosofía de la propia diseñadora: "un vestido tiene que emocionar a quien lo lleva".
De este modo, María Amparo sigue la nueva tendencia de idear un vestido que se va transformando a lo largo de la celebración. Para el momento de la fiesta, se despojó de la sobrefalda y dejó al descubierto la segunda parte del diseño nupcial. Un modelo de líneas sencillas, escote en la espalda, fajín con aplicaciones doradas y una hilera de botones traseros de la que nacía una sutil abertura. Además, como complementos llevó un original tocado de Marta Pernas para Sombreros Solideo y una alianza nupcial firmada por joyería Suárez. El blanco impoluto del look solo fue interrumpido por un romántico ramo de flores de Elena Suárez & Co. y unas altísimas sandalias fucsias de Yves Saint Laurent, que más tarde se cambió por otras más cómodas para disfrutar sin límite del baile. Y es que, como ha quedado patente y ella misma ha reconocido, "fui una novia disfrutona".