Desde royals como Meghan Markle a actrices como Dafne Fernádez o influencers de la talla de Rocky Barnes o Chiara Ferragni, cada vez son más las mujeres que deciden llevar más de un vestido de novia en el día de su boda. El primero, que se utilizará para el momento de la ceremonia, tiende a ser el más clásico y aquel que permite el uso del tradicional velo. Para el banquete, muchas novias se despojan de este accesorio y cambian su vestido por otro más cómodo. Y hay quienes, incluso, optan por un tercer diseño para el momento de la fiesta. Sin embargo, existen firmas y novias que han ideado sus propios recursos para sacar partido a un mismo diseño, consiguiendo transformar un solo vestido en dos piezas totalmente diferentes y aptas para distintos momentos de la velada.
Los vestidos de novia de Lena Medoyeff Bridal, hechos a mano en el oeste americano, se caracterizan por sus líneas sencillas y elegantes. En sus depuradas puestas en escena, se ven tejidos livianos que dan sensación de ligereza y movimiento. Entre ellos, se encuentran varias propuestas que pueden servir de inspiración para novias que no se quieren complicar en encontrar un segundo vestido de novia. La solución reside en tomar como base un sencillo vestido lencero, siempre de estilo slip dress. Por encima, se rematará con otro cuyo requisito imprescindible será que tenga un tejido semitransparente, para dejar intuir lo que hay por debajo.
Como puedes comprobar, estas capas pueden ser lisas, plisadas o con motivos bordados que los hacen más especiales. Suelen ser amplios, tipo caftán, con mangas ligeramente abullonadas y con cuellos redondos que hacen un favorecedor escote con el contraste de las transparencias. En un momento dado, tras la ceremonia, la novia podrá prescindir de este segundo vestido y tan solo necesitará los complementos adecuados para dar un giro de 180º al look nupcial.
El ejemplo práctico lo encontramos en Arusay, una novia que se casó con un vestido diseñado por ella misma en colaboración con sus compañeras del departamento de diseño de Zara. Su dos piezas constaba de un primer vestido de tirantes confeccionado en charmeuse de seda y con escote en forma de 'v'. Por encima, utilizó una delicada capa de tul de seda semitransparente, con cuello alto, piezas de strass y costuras a la vista de la que prescindió en el momento del banquete.
Completó este personal diseño con unos pendientes largos de Balenciaga y unas bailarinas de Marc Jacobs. En cuanto al ramo de novia, recurrió a un original diseño de La Florería de A Coruña. Precisamente, fue una réplica del ramo de Mariana, la novia a la que no le gustaban las flores y a la que le hicieron un ramo muy personal en forma de cascada, a base de Rhipsalis, tallos de Setaria y Eryngium (cardos azules), con una técnica de alambrado.
Como decíamos, el look de Arusay se fue transformando durante la celebración, prescindiendo de la segunda capa de tul del vestido. Cambió los pendientes por otros vintage de su abuela y tan solo necesitó una imponente pamela con lazo de raso firmada por Cherubina y un cinturón de terciopelo que ajustó a la cintura de su primer vestido para cambiar completamente su estilismo y adecuarlo a la fiesta posterior.