Cuando Juana Rique presenta una nueva colección, sabes que va a estar envuelta en ese halo especial que surge cuando hay una historia importante que contar. Sus vestidos de novia narran aventuras de épocas lejanas y lugares remotos a través de la costura y el absoluto respeto hacia el arte del hilo y la aguja. Esta vez, María, Ana y Pilar, las tres emprendendoras que están a los mandos de la firma, echan la vista atrás a los felices años 20 para rescatar a Carmela, una mujer fuerte que representa sus raíces familiares y que da nombre a esta cuidada colección.
Carmela es la luchadora que se esconde tras la frívola imagen de las plumas y los flecos, la que bailó a ritmo de charlestón liberándose de los corsés y las ataduras de aquellos años revolucionarios. Carmela es fuerte, culta, inteligente, adelantada a su época y tristemente incomprendida. Y es en esencia donde se inspiran estas propuestas, dirigidas a una mujer independiente que aspira a ser ella misma, alejada de imposiciones, tiempos y condicionamientos.
Con la llegada de la nueva moda surgida en los años 20, las mujeres se salían de lo pautado para perseguir siluetas planas que rompían con cualquier cánon estético anterior. Esos patrones reviven ahora en las propuestas de Juana Rique, a través de vestidos de largo midi, líneas rectas y sus características pinceladas de color negro que salpican los detalles más especiales. Plumas, cristales y guipures se combinan con tules etéreos, organzas de seda, crepés con caída y siluetas ligeras. Todo, aderezado con los imponentes tocados de Martina Dorta y la cuidada fotografía de Manu Cruz.
El resultado son piezas rebeldes que realzan el cuerpo de la mujer a base de matices y constrastes. Actualizan el ideal de belleza femenina que rompió con lo 'moralmente correcto', el ideal de aquellas mujeres que serán recordadas por sus collares de perlas y su disidencia estética y que, sin embargo, fueron mucho más que eso. Juana Rique consigue que Carmela reinvente el ayer para vestir a las novias del mañana.