Existen vestidos que marcaron generaciones y modistos que se convirtieron en un referente en el mundo de la moda. Lorenzo Caprile ha conseguido plasmar la estética de principios del siglo XX en el vestido de novia de Sofía Johansson. Un diseño sobrio y construido a base de microplisados que recuerdan a una de las creaciones más icónicas de la historia de la moda: los vestidos Delphos del polifacético Mariano Fortuny, unos modelos únicos e inimitables cuyo proceso de elaboración aún hoy sigue siendo una incógnita.
A pesar de los numerosos estudios realizados a lo largo del siglo, aún no ha sido posible averiguar la fórmula exacta de tintado y plisado de estos vestidos bautizados así por su inspiración en la Grecia clásica. Lorenzo Caprile, maestro de maestros con amplia trayectoria en la industria nupcial, ha tomado los microplisados como referencia para idear a una misteriosa novia velada con un vestido que se compone de dos partes.
Primero, un diseño ligeramente ceñido al cuerpo, con escote en la espalda, sin mangas y el con cuello y el bajo ondulados. Sobre él, una delicadísima chaqueta de la misma textura que jugaba a fundirse con el propio vestido. Se ataba por delante con una invisible lazada, tenía remates deshilachados y unas originales mangas. Sofía, completó su look nupcial con un velo clásico y sencillo, un ramo de flores de Brumalis y unos pequeños pendientes. La sencillez de las formas es la mayor conquista del diseño confeccionado por el modisto madrileño.