Si te casas el año que viene o dentro de unos meses seguro que ya te conoces de memoria el catálogo de casi todas las firmas nupciales. Según el estudio Millennial Brides. Nacer en los 80, casarse hoy -elaborado por José Luis Nueno, IESE Business School- una boda empieza a prepararse de media entre 10 o 12 meses antes y aunque cada vez llevan más trabajo por el grado de detalle que tienen, la elección del vestido es lo que ocupa más tiempo. En España, la mayoría de las novias eligen el suyo en tiendas especializadas que, como Pronovias o Rosa Clará, cuentan con infinidad de propuestas para acercar con casi todas las mujeres. Sin embargo, cada vez son más las que apuestan por un diseño a medida.
Las que lo hacen casi siempre son novias que buscan alejarse de las propuestas más tradicionales o que, pese a seguir las tendencias, para el gran día prefieren un traje especial, que tenga una parte de ellas mismas. Ese es el motivo por el que muchas eligen a Claudia Llagostera, una diseñadora que, después de lanzar al mercado la firma Lentejita -junto a su socia Eli- decidió probar suerte en el sector nupcial. Y ha sido todo un éxito. En sus diseños sencillos siempre hay un detalle que los hace especiales, diferentes. A veces son unas mangas de tul que caen con suavidad sobre los hombros o un escote en la espalda que se alarga hasta la cintura. Otra de las peculiaridades de los diseños de Claudia es que en muchos de ellos se cuelan puntillas o encajes que encuentra en anticuarios y dan como resultado piezas únicas e irrepetibles.
Las propuestas de Sara García, directora creativa de Impúribus, son más vanguardistas. Su firma nació en 2011 con la intención de recuperar la sastrería artesana y aplicarla a la creación de los vestidos de novia. Eso sí, sin limitaciones, algo que en ocasiones se ha traducido en vestidos que dejaban de lado los blancos y encontraban en el champán, los rosas o los dorados sus mejores opciones. Pero quizá es la atención a los detalles -que se cuelan en todos los diseños, ya sea en forma de pequeños botones del mismo tono de los zapatos o una misteriosa puntilla que asoma en el bajo del vestido- esa que ha convertido a la firma madrileña en una de las preferidas para las que buscan algo distinto para el día de su boda. Aunque también cuentan con una colección pensada para mostrar algunas de sus creaciones a las más indecisas.
Seguro que has visto algunos de los trabajos de Alicia Rueda, sobre todo sobre la alfombra roja de los Premios Goya, como el que lució Miriam Hernández en la pasada edición o aquel amarillo con el que sorprendió Toni Acosta en la entrega de 2017. Desde su taller, ubicado en Bilbao, la diseñadora crea sus colecciones de Cóctel y Ceremonia en las que da la opción de hacer algunas modificaciones en las mangas, largos, accesorios para conseguir piezas lo más personalizadas posibles. Pero además crea prendas a medida diseños que, en su mayoría, están decorados con bordados o pedrerías con los que consigue que se conviertan en vestidos-joya.
Cómo se trabaja en un diseño a medida
Después de contactar con varias de las diseñadoras y preguntarles cómo suelen proceder todas coinciden en lo mismo: lo primero es hablar con la novia, conocerla y descubrir cuáles son sus ideas. Después de esa primera toma de contacto se elaboran algunos bocetos para tratar de dar con el traje perfecto. “En nuestro taller solemos empezar entre seis u ocho meses antes de la boda”, nos explica Sara. En ese momento se toman las medidas y se empieza a elaborar un primer vestido en toile, una tela de prueba en el que se pueden hacer cambios como cortar un escote u otro. Con los tejidos ya elegidos se empieza a trabajar en el definitivo que, dependiendo de la dificultad, puede estar listo en cuatro u ocho pruebas después. Y muy importante, nos advierte Sara, “los zapatos y la ropa interior lo mejor es tenerlos elegidos cuanto antes”. Así no habrá sorpresas de última hora.