El príncipe heredero de Hannover, Ernst August Andreas Philipp Constantin Maximilian Rolf Stephan Ludwig Rudolph, Duque de Brunswick-Lüneburg y Príncipe de Gran Bretaña e Irlanda se ha casado este sábado a las 12:00 horas con su novia, Ekaterina Malysheva, en una ceremonia religiosa que tuvo lugar en la iglesia del Mercado de Hannover, en la que se ha convertido la boda real del año.
Los recién casados ya habían celebrado este jueves un enlace civil en el Nuevo Ayuntamiento de Hannover, a la que acudieron una treintena de invitados y el viernes por la tarde celebraron una divertida fiesta preboda en una conocida cervecería de la ciudad a la que no faltó la familia Casiraghi.
Ante una gran expectación, y muy puntual, llegó el novio en un coche junto a su madre, Chantal Hochuli, a quien esta boda le ha servido para vivir un momento de felicidad en una de las épocas más duras de su vida, pues, Nick Scott, su pareja de más de 15 años, falleció el pasado mes de mayo durante un viaje que realizó a la India. Chantal eligió para esta ocasión un elegante traje de chaqueta en tono gris perla. Ernst August apostó por el siempre acertado chaqué. Los hermanos Casiraghi - Andrea, Pierre junto a Beatrice Borromeo, y Carlota- fueron de los primeros invitados en llegar y tras ellos, el hermano del novio, Christian de Hannover y su prometida Sassha de Osma. También acudió la pareja de Alejandra de Hannover, Ben-Sylvester Stautmann, que esperó a su novia dentro de la iglesia. La joven que prontó cumplirá 18 años lució un precioso vestido en color rosa claro con flores bordadas y acompañó a la protagonista hasta su entrada en el templo.
La ceremonia la ofició el sacerdote Horst Hirschler, obispo de Hannover y abad del monasterio de Loccum, amigo de la familia del novio desde hace años. Durante el servicio religioso, un coro de niños interpretó piezas de Handel entre las que se encontraba el famoso Aleluya del compositor germano. El libreto musical también incluyó, como no podía ser de otra manera, obras que hacían referencia a las raíces rusas de la novia.
Tras el emotivo 'sí quiero', los novios se han dirigido en coche de caballos hasta la galería Herrhausen, que cuenta con frescos venecianos, donde están ofreciendo una recepción a sus 400 invitados que, según la etiqueta del evento debían vestir chaqué o traje oscuro para los varones y traje de día con sombrero opcional, en el caso de las mujeres. Por la noche la fiesta se trasladará al imponente castillo de Mariemburg, propiedad de la Casa Hannover.
De esta manera tan majestuosa el príncipe, de 33 años, y su ya esposa, de 31, han puesto el broche de oro a su relación que empezó hace más de cinco años. Para esta celebración Ekaterina lució el tercero de los tres vestidos que su amiga Sandra Mansour diseñó en esclusiva para ella desvelando así el mejor secreto de la boda.
Aunque la ya Duquesa de Brunswick-Lüneburg nació en Rusia se crió en Praga y con su matrimonio entra a formar parte de una de las dinastías más importantes de la realeza europea. Sin embargo Katya, -como la conocen sus allegados- cuya madre es actriz de teatro y cuyo padre ha ocupado puestos de responsabilidad en la industria del petróleo y el gas en Moscú, seguirá ejerciendo como diseñadora de moda al frente de su firma, EKAT, una de las favoritas de Sienna Miller o Poppy Delevingne. Por su parte, el heredero, que estudió en Londres y en Nueva York, lleva cerca de doce años gestionando el patrimonio familiar y el castillo de Marienburg, escenario de los festejos nupciales y la joya de la corona de la Casa Hannover.
Una boda muy esperada
La pareja se comprometió hace algo más de un año durante unas vacaciones en Grecia. Fue, concretamente en la paradisíaca isla de Spetses, donde Ernst tuvo el arrojo de pedir la mano de su chica. Un compromiso muy esperado ya que la pareja ya estaba viviendo junta en Londes y llevaban un lustro de noviazgo.
Los novios han querido tener un detalle solidario en su gran día. Aunque ya advirtieron a sus invitados que su presencia "en nuestra boda es el mejor regalo que nos pueden dar", mostraron su solidaridad pidiendo que los presentes de su enlace se trasnformaran en donaciones caritativas para los refugiados de Hannover.
Ekaterina celebró su despedida de soltera en Sevilla donde disfrutó de una gran fiesta flamenca con sus amigas y sus ya cuñadas, la princesa Alejandra de Hannover y Sassa de Osma. Se alojaron en el hotel Trasierra, un cortijo exclusivo del siglo XVI, propiedad de Charlotte Scott con decenas de hectáreas de olivos y naranjas.
La felicidad de los novios tan solo se ha visto empañada por unas declaraciones que hizo Ernesto de Hannover, padre del novio, al periódico Handelsblatt, cuatro días del feliz acontecimiento, en las que se oponía públicamente al matrimonio de su primogénito en las que anunció que emprenderá medidas legales para recuperar todos los bienes que cedió a su hijo en 2005, entre ellos el mítico Marienburg, el castillo de Grünau en Austria, la presidencia de la Fundación Duque de Cumberland, y otras propiedades repartidas en Alemania y Austria. “No ha sido fácil tomar esta decisión porque también involucra a mi hijo. Pero me he visto obligado a hacerlo porque está en juego la preservación de los intereses de la casa de Hannover, incluidos valiosos bienes culturales que son propiedad de la Casa desde hace siglos”, dijo. El príncipe teme que, en caso de un hipotético divorcio entre su hijo y Ekaterina, parte de dichas propiedades y bienes de la casa Güelfa queden en manos de la joven rusa. Esperemos que el recién matrimonio no tenga que verse en esa tesitura.