La aristocracia italiana se reúne en la boda de la hija de la diseñadora Luisa Beccaria

Pierre Casiraghi junto a su esposa, Beatrice Borromeo, y Naty Abascal, no se perdieron el enlace de Lucilla Bonaccorsi y Filippo Richeri en Sicilia

por hola.com

La boda de Lucilla Bonaccorsi, la hija mayor de la diseñadora de moda Luisa Beccaria, con Filippo Richeri en Sicilia, vistió de gala a la aristocracia venida de todos los lugares del mundo. Los novios contrajeron matrimonio y lo celebraron en Castelluccio, la espectacular finca siciliana de la familia de la novia. Entre los invitados destacó la presencia de Pierre Casiraghi Beatrice Borromeo, así como de Naty Abascal, que no dudó en compartir alguno de los momentos más brillantes de la boda en su cuenta de Instagram.

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Como no podía ser de otro modo, la novia lució un vestido de boda y un velo diseñado por la firma que lleva el nombre de su madre y en la que ella trabaja también como diseñadora. Lucilla diseñó su propio vestido "el de sus sueños", con velo e inspirado en los clásicos trajes de novia sicilianos para dar el 'sí, quiero' a su prometido con quien meses antes había celebrado la pedida de mano. La boda reunió a la alta sociedad italiana y a reconocidos nombres de la industria de la moda.

La novia llegó a la capilla adornada con una preciosa alfombra de flores del brazo de su padre Lucio Bonaccorsi, príncipe de Reburdone, y de una comitiva de pajes y damas de honor vestidos todos de blanco. En la ceremonia no faltaron sus hermanos, que al igual que sus padres, mantienen la sílaba "lu" al inicio de sus nombres, como si de un escudo dinástico se tratase: Lucilla, Lucrezia, Ludovico, Luna y Luchino. 

Pierre Casiraghi, como se puede ver en el vídeo con el desfile de invitados, acudió con elegante traje con chaleco y un 'canotier', mientras que Beatrice optó por un vestido de la firma de Luisa Beccaria, que la propia novia había lucido en pasarela, y una gran pamela. Pierre y Beatrice disfrutaron de un enlace al que tampoco faltó el hermano de ella, Carlo Borromeo. 

Tras el 'sí, quiero' los recién casados salieron de la capilla en medio de una lluvia de petalos y la suelta de palomas blancas. Una vez convertidos en marido y mujer, agasajaron a sus invitados con un cóctel y una cena al aire libre, a la luz de las velas, en los jardínes de la finca decorada con gran exquisitez, buen gusto y en la que se cuidó hasta el más mínimo detalle.