El vestido de novia de color rojo es el segundo favorito por el que preguntan las novias, después del blanco. Al menos en las culturas occidentales: en países orientales como China, el rojo no sólo no es el segundo en el podio nupcial, sino que ocupa el primerísimo puesto por tradición, tanto en el traje de la novia como en la decoración, y se considera un símbolo de prosperidad y buena suerte.
El rojo nupcial ya llenó de color la pasarela de novias de Nueva York hace un par de años, cuando Vera Wang, coincidiendo con el lanzamiento de su firma en el país asiático, creó una colección de trajes de novia carmesí que tenían su réplica en blanco, en vez de al revés. El total red ha vuelto a convertirse en el centro de todas las miradas esta semana, en esta ocasión con un vestido de novia de récord: el diseñado por la neozelandesa de ascendencia china Trish Peng, con una cola de tul de seda de 20 metros de largo, la más larga de cuantas han desfilado nunca en pasarela; y eso que en el show de Pronovias más reciente, Irina Shayk dejó el listón bien alto.
El marco elegido para presentar el vestido no ha sido otro que la semana de la moda nupcial de Nueva Zelanda, quizá no tan famosa como sus hermanas de Barcelona o Nueva York, pero que ha conseguido hacerse viral gracias al increíble diseño, encargado de cerrar el desfile. Los vestidos de novia con cola larga y velo catedral han sido una de as tendencias de la temporada: además de Pronovias, Rosa Clará también multiplicó el largo de sus faldas en su desfile de Barcelona, con vestidos extraordinarios que perduran varios metros después de que la novia haya pasado por delante de nuestros ojos.
El traje de novia de Trish Peng, sin embargo, tiene otros rasgos distintivos que lo hacen único. Además del color (no es el primer traje de novia de colores que vemos este año, aunque han triunfado más los rosas y pasteles entre las demás colecciones), el cuerpo del diseño está elaborado con encajes vintage de diseños de Christian Dior importados expresamente desde Francia, bordados con cientos de cristales de Swarovski, y en los que se inviertieron más de 120 horas de trabajo hasta dar forma al vestido que acompaña estas líneas. La cola no es una cola convencional, sino que pende de lo hombros a modo de capa, es desmontable, y está elaborda en tul de seda en idéntico color que el vestido (un rojo muy Valentino), con una pieza-joya de estilo helénico con hojas doradas, diseño de Anna Marguerite, y que va a juego con la tiara del cabello.