Las perlas son joyas misteriosas: a diferencia de los diamantes, rubíes y resto de gemas, no se enmarcan en la categoría de minerales, sino que son orgánicas y crecen y cultivan dentro del cuerpo de ciertos moluscos, en un proceso que puede durar unos seis meses, como en el caso de las perlas de agua dulce, hasta las impresionantes perlas de Tahití, que en vez de blancas pueden ser verdes, naranjas o incluso doradas, y que tardan entre dos y tres años en cultivarse, o las codiciadas perlas de los Mares del Sur, que pueden llevar hasta diez años.
A pesar de ser una joya casi perfecta para novia, por su pureza y su color, muchas mujeres evitan estas piezas por superstición, pensando que simbolizan las lágrimas de la propia novia. Para derribar este mito, vamos a irnos de shopping en busca de la perla perfecta (con permiso de Elizabeth Taylor) para la novia millenial.