Cristina Tamborero se estrenó con éxito el año pasado en la pasarela de novias de Barcelona (a ella le debimos el dos piezas con novia de aire camisero), y este año ha vuelto a repetir con la misma fórmula: vestidos de novia y fiesta de aires minimalistas y cortes contemporáneos muy definidos, que en el caso de las invitadas apuestan por los colores sólidos en el 90% de los casos, como el rojo o el azul petróleo, y en las novias se van a los blancos puros, combinando el color tradicional de la novia con diseños actuales y juveniles.
Algunos ejemplos: estros cuatro diseños en dos piezas, con faldas a media pierna o largas a los pies, y tops cortitos con cortes asimétricos más cortos por delante que por detrás, encajes o manguitas cortas con bordados de cristal, además del vestido de novia con triple mezcla de texturas, falda plisada de gasa, top de punto y mangas joya.
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El beauty look: maquillaje súper transparente con notas en color tierra en la mirada, moño bajo de aire italiano con raya partida y coronas de hojas verdes a diferentes volúmenes que recuerdan a la tendencia de la novia helénica.
Otra novia camisera, elevada a la máxima exponencia, con manga larga, botones joya y escote en 'uve', además de la abertura vertical en la falda.
Otro ejemplo de novia minimalista y de líneas sencillas y depuradas: ni un sólo adorno en este vestido, más que los dobles tirantes traseros que se descubren a la espalda gracias a un escote cuadrado.
Con detalles joya en los hombros y mangas largas de gasa a modo de capa, que fluye a la espalda.
Los vestidos de fiesta apuestan por los colores sólidos, amoldando tonalidades brillantes como el carmín a opciones cóctel más novedosas, como este conjunto de crop-top con manga de encaje y pantalón carrot.
O un mono de una pieza en un color neutro, que se actuliza con el escotazo en pico.
El 90% de las creaciones de fiesta de Cristina Tamborero juegan al monoblocking, con alguna concesión al tie-dye que también hemos visto en otros desfiles.