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Desde hace varios años, al hablar con un fotógrafo de bodas profesional, muchos coincidían casi sin saberlo en un momento muy especial, que a todos les gustaba retratar porque sacaba una sonrisa tanto al fotógrafo como a los propios novios al verse en las fotos de la boda: el instante en que los novios se ven frente a frente, durante la entrada en la Iglesia de ella, y muy concretamente, la expresión del novio al verla vestida de blanco por primera vez. Unos pocos segundos que concentran un millón de emociones.
El momento es tan especial que en 2012 echaba a rodar una tendencia con nombre propio: el first look, una sesión aparte, o pre-sesión, muy al hilo de la moda de las fotos preboda, y que también se ha importado de las bodas extranjeras, lo que hace indicar que ese primer intercambio de miradas es tan potente aquí como afuera. El first look suele organizarse muy poco antes del comienzo de la ceremonia, el mismo día de la boda, y son unas fotos que se hacen a la pareja en privado, una oportunidad de verse cara a cara sin que haya nadie más (salvo los fotógrafos encargados de retratarles, por norma uno por cada miembro de la pareja), y que les permite vivir ese momento mágico en la intimidad, y dejarlo plasmado desde los ejores ángulos.
Para los más puristas, el first look rompe un poco con la tradición de no verse antes de la boda (muchas parejas respetan esto desde la noche antes de casarse), y muy concretamente la que dictamina que da mala suerte ver a la novia cuando ya lleva puesto el vestido blanco. Muchos, además, defienden que ese momento es también especial para los invitados, que se pierden el compartir la emoción con los novios ya que el 'efecto sorpresa' es menor cuando los novios se han visto previamente.
Para los menos supersticiosos, sin embargo, el first look se ha convertido en una oportunidad única para dar rienda suelta a sus emociones sin ningún tipo de presión: a muchos chicos se les escapa una lagrimita, la novia no tiene que acordarse de seguir caminando en el recorrido al altar incluso cuando no puede controlar sus emociones, y nadie más va a estar grabando o tomando fotos de ese momento, ni esperando a ver cuáles son vuestras reacciones. Las fotos first look son siempre preciosas: para muestra, un botón.
La manera de hacerlo puede ser desde un sencillo vis à vis de unos pocos segundos, en los que mirarse a los ojos e intercambiarse un beso fugaz, hasta la más popular, la del novio vuelto de espaldas y la novia dándole un pequeño toque en el hombro para que se vuelva sobre los talones y así poder verse de frente. Otras ventajas añadidas de este plus al reportaje de bodas es que permite dividir en dos mitades el tiempo que normalmente invertimos en las fotos a solas después la boda, mientras los invitados disfrutan de la recepción: unas fotos pre-ceremonia permiten acabar antes y volver a reunirnos con ellos un poquito antes, y reengancharnos a la celebración sin malgastar demasiado tiempo estando solos. Las fotos del first look, además, se toman nada más terminar de prepararse, cuando el vestido está recién puesto, el maquillaje y el peinados están frescos, y las fotos se pueden sacar con luz natural incluso si la boda es de tarde. En ningún momnto del día estaréis tan guapos y elegantes como ahora.
Eso sí, si queréis ser fieles a la tradición de verse por primera vez en el altar, pero queréis tener unas fotos first look integradas en vuestro album de botas, es importante que se lo recordéis al fotógrafo o a las personas involucradas: aunque normalmente todos los expertos en fotografía de bodas están pendientes de este momento y se cercioran de que quede retratado para la posteridad, sí es importante que se lo recordéis durante las reuniones previas, cuando se elabora la lista de fotografías que deben aparecer en el book.
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