El oro nunca ha estado, ni dejará de estar, de moda. Es sinónimo lo mismo de lujo que de estética kitsch, dependiendo de cómo se use, así que no es de extrañar que aparezca esporádicamente entre las tendencias nupciales, tanto en las colecciones de moda (la última en dedicarle una oda en forma de trajes de novia fue la firma de Jesús Peiró, en su actual colección 2015), como en los accessorios que complementan el look nupcial, o incluso en las terapias beauty que apuestan por las propiedades antienvejecimiento de este metal precioso. Lo que no es tan corriente es la tendencia gastronímica que nos hemos encontrado últimamente dando vueltas por el universo bridal, y que invita directemente a eso: a saborear el oro.
Y no, nos referimos a degustar directamente una pepita de oro de varios quilates, aunque seguro habrá quien lo haya intentado. Lo que se lleva este año son las láminas de oro y otros detalles decorativos comestibles, que dan un acabado de metal a diferentes platos de los muchos que podemos servir durante la comida o cena -especialmente en los líquidos, como pequeñas notas de oro en la sopa o en la copa de cava-, aunque los más frecuentes sean los dulces, tanto la tarta de bodas con destellos dorados, como si servimos otro tipo de postre, en la barra libre de dulces (los donuts con glitter arrasan en Instagram, y se pueden servir en un food truck), sobre las cookies que demos de recuerdo a los invitados, o incluso la fruta de los centros de mesa, pintada con oro comestible o con láminas cuidadosamenre aplicadas, con efecto envejecido.
El furor por el oro es tal que poco a poco ha contagiado el amor por los detalles de boda en golden y otros aspectos de la boda.Entre las opciones comestibles: los polvos de oro como el luster dust, que se utiliza combinado con acabados gastronómicos mate como el fondant, además de la pintura comestible (a menudo mezcla del producto anterior con una base acuosa), o la purpurina comestible, la más impactante, y que también utiliza como punto de partida el polvo de oro mezclado con goma arábiga o con el propio fondant, elaborado a base de mezclar azúcar, agua y glucosa. Los resultados son espectaculares, y, como decimos un tanto kitsch, aunque merece la pena arriesgarse, especialmente si estamos organizando una boda en un escenario rústico, o queremos ganar algo de contraste con una boda monocromática en blanco.
Tener una ceremonia golden es, de hecho, más fácil de lo que parece. Un buen punto de partida son los accesorios de la novia, un clásico truco que se aplica tanto con un vestido blanco como con ropa de calle, y que consiste en arriesgar (pero poco), reduciendo el margen de error a los complementos. Piensa por ejemplo en la puntilla del velo, los zapatos, de los que sólo se ve la puntera en los vestidos muy largos, o las joyas que acompañarán al verdadero protagonista de ese día -el anillo-, como brazaletes o gargantillas; además de la ropa interior, claro, que también puede incorporar detalles de encaje en color oro y convertita en una golden girl de dentro hacia afuera.
DETALLES 'GOLDEN': los vestidos encargados de cerrar el desfile de novia de Jesús Peiró durante la presentación de la colección 2015 convirtieron la pasarela en un derroche golden, a base de lentejuelas, cristales y acabados joya sobre tejido de color champán. En el terreno de los accesorios: lo más discreto es la ropa interior y corsetería de novia, como esta pieza de la colección Soirée de Agent Provocateur, con encaje de color oro y oro rosa y tassels (995 €), seguida de los zapatos, especialmente con vestidos de novia largos, como este par de sandalias de Jimmy Choo, con tiras de lamé en espiral (625 €). A la venta en Net-A-Porter.
Siguiendo con los detalles que están más a nuestro alcance, otros complementos más exóticos para la novia pasarían por las tendencias de la temporada, entre ellas la capa, si es de plumas, y que es una de las alternativas más cálidas para las bodas de entretiempo que se celebran en los meses de septiembre a diciembre. Las hemos encontrado en la Alta Costura de Zuhair Murad pero también en las propuestas nupciales de Jesús Peiró, en las de Elie Saab o en los vestidos de novia de Naeem Khan, además del impresionante vestido de paillettes de la imagen superior, bordado en oro de pies a cabeza, de Bagdley Mischka.
Otra opción muy frecuente entre las novias que quieren poner una nota dorada a su día, pero sin pasarse, pasa por la papelería nupcial: el oro es, junto con la combinación en blanco y negro, uno de los colores más frecuentes en la impresión de invitaciones y recientemente también los save-the-date que se envían unos meses antes de la boda, simplemente para informar a los invitados y pedirles que reserven la fecha. Ya sea en el sobre, o en el encabezamiento de la tarjeta, este tipo de tinta es un clásico que se puede renovar, por ejemplo, mediante el uso de una tipografía a mano más contemporánea (usando un diseño de caligrafía cercano a la ilustración), o utilizando un tipo de papel en negro en lugar de blanco, con impresión en relieve, posiblemente el resultado más impactante y sorprendentemente también el más elegante, a pesar de que aún a día de hoy exista cierto debate sobre el uso del negro en las bodas.
Nuestro cuatro y último tip para tener la boda de oro perfecta: los elementos decorativos de las mesas y sillas, espcialmente la mantelería, los centros y candelabros, y el conjunto de vajilla y cristalería. Como decíamos antes, el fondo completamente en banco, con mantel de hilo a tono y platos con puntilla y vasos de cristal transparentes, combinan a la perfeccción con un juego de cubiertos en oro rosa, con los menús y meseros impresos en oro sobre blanco. O, durante una celebración de boda vintage, se puede prescindir de la mantelería, con una mesa de madera vista, acompañada de una vajilla con detalles de oro en 24 quilates, copas de cristal en azul y cubertería también en oro. Ambas propuestas son de Casa de Perrin.