Vivimos en un mundo donde la tecnología y la digitalización han permitido mecanizar una gran cantidad de trabajos. En la moda, esto ha supuesto el progresivo abandono de los oficios artesanales, la meticulosa confección de piezas únicas y el tratamiento de materiales nobles y duraderos. Por suerte, los expertos españoles están sacando el mejor provecho a la situación con su principal herramienta: el talento milenario de sus antepasados que ha conseguido plasmar el sello made in Spain en los bolsos y zapatos de las firmas de lujo más codiciadas.
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Tradición española en la artesanía
La curtición de la piel con fines indumentarios lleva realizándose desde el año 1.000 a.C., en el Antiguo Egipto, pero tanto árabes como judíos hicieron de la marroquinería un verdadero arte mucho después, en la época del califato cordobés. La España andalusí desarrolló una industria de extraordinario refinamiento que le permitió emprender en el comercio internacional a los principales mercados europeos de la época: Francia, Países Bajos y Alemania. La demanda de equipamiento militar y diversos artículos de lujo puso a la comarca de Ubrique y otros valles serranos en el mapa, a la cabeza del sector marroquinero.
Un milenio más tarde, la cantidad de pequeñas empresas dispuestas a exportar el talento heredado de sus ancestros crece exponencialmente. El resultado son innovadoras versiones de los clásicos, un abanico cromático de infarto y el incuestionable poder de crear bolsos y zapatos que figuren eternamente en los armarios de las mujeres españolas.
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Surgen nuevas firmas jóvenes y familiares
Las hermanas Paloma y Cristina Rato son parte de este grupo de emprendedoras. Tras formarse respectivamente en moda y empresa, en ciudades como Singapur o Casablanca, decidieron juntarse en su país natal para fundar Augusta, la enseña de bailarinas y mocasines para it girls. “Fabricar en España es algo que teníamos muy claro desde el principio. El know-how y la tradición que hay en España en el mundo del calzado es algo de lo que nos sentimos muy orgullosas”. Como muchas marcas de talante nacional, componen una empresa familiar, denominador común entre las marcas de complementos made in Spain.
Las hermanas Rato quieren fusionar su visión del mundo con la calidad inmejorable de los artesanos españoles: “Trabajamos con pequeñas fábricas en Elda y Elche. El proceso de fabricación del calzado es muy largo y artesanal. La parte creativa sale de nosotras, pero luego hay mil piezas y procesos que van por separado: los patrones, las hormas, las pieles, tacones…”. Blanca Suárez, Belén Hostalet, entre otras chicas de moda, ya forman parte del clan de #augustagirls, fascinadas por sus diseños de inspiración vintage con detalles contemporáneos.
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Ubrique, sello de máxima calidad
Esta localidad gaditana de 17.000 habitantes adquirió fama en el siglo XIX al convertirse en sede de las primeras petaquerías y exportadora de productos de cuero premium con los primeros logotipos y sellos de calidad de los grandes artesanos de la época, cual celebrities o couturiers. Mucho ha cambiado desde entonces, pero Ubrique sigue situándose bajo la mirada de importantes aristócratas y empresas de lujo.
La reina Rania de Jordania posee un par de bolsos elaborados en los talleres locales de Onesixone y tanto Meghan Markle como Kate Middleton son compradoras asiduas de la firma DeMellier, también procedente de Ubrique; mientras que la princesa Sassa de Osma, abogada y diseñadora, ha encargado a esta pequeña ciudad la confección de las piezas de su propia marca, Moi&Sass.
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La cartera de clientes de la localidad habla por sí sola: firmas históricas de la talla de Loewe, Givenchy o Dior han aterrizado en la sierra gaditana, atraídas por la pericia de sus expertos en el empleo de pieles exóticas, como la pitón, el salmón o el cocodrilo, para la elaboración de complementos de moda. Durante años, el talento pujante de la zona, así como los secretos de su arte, se mantuvieron a la sombra del mundialmente reconocido made in Italy, bien publicitado por las importantes casas de lujo que de allí dieron su salto al mundo entero.
Y es que hasta 2014, no existía ningún curso de marroquinería en Ubrique, a pesar de los siglos de tradición que les precedían como maestros en la materia. La zona tiene todo lo necesario para la curtición de la piel: el agua abundante, los pastos, el ganado, curtientes naturales como la cal o los taninos de alcornoques y encinas, así que sacar provecho a estos recursos resultaba tarea obligatoria.
Fueron los mismos empresarios quienes pusieron en marcha el Centro Tecnológico de la Piel de Andalucía (MOVEX), donde se forman futuros diseñadores con la ayuda de expertos y artesanos jubilados. A pesar de su reducida escala, el sector supone 'más de 5.000 empleos en la localidad, entre directos e indirectos', según su alcaldesa Isabel Gómez García, y tal es el avance que, en 2017, la Unión Europea reconoció a Ubrique como Denominación de Origen Protegida.
Los beneficios de mantener vivos los oficios: gastar más, comprar mejor
Los pueblos de España no han necesitado la ayuda de influencers o embajadoras de moda para alzarse como un sólido competidor frente a las grandes fábricas de Asia, donde la industria del lujo había puesto el ojo estas últimas décadas para reducir costes y resistir a las recesiones del mercado occidental. Y es que estas intenciones se vieron frustradas por la paralización de China con el brote de la COVID-19. La crisis de suministros, el encarecimiento del transporte, el descontrolado precio de la energía y los nuevos requisitos de sostenibilidad, forzó un cambio de dirección en prácticamente todos los sectores.
Desde Louis Vuitton hasta Zara, la industria de la moda tuvo que trasladar sus fábricas al sur de Europa, Turquía o Marruecos, localizaciones más cercanas, pero también más costosas. Por esta razón, históricas casas de lujo, como Dior o Chanel, anunciaron el pasado año relevantes aumentos en las cifras de sus etiquetas, confiando en que sus acaudalados compradores no prestarían mucha atención a este ajuste. Pero incluso el gigante de Inditex, conocido mundialmente por su ropa asequible, ha decidido aumentar los precios. ¿Estamos dispuestas a pagarlos?
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La proliferación de bienes vendidos fuera de contrato a terceros en la región asiática y los recurrentes defectos de fábrica están reconduciendo a las marcas de moda al comercio local, donde el tratamiento del material va de la mano con la confección de la pieza. Es la premisa que llevan por bandera las firmas de complementos made in Spain.
“La cercanía en la producción es muy importante, te permite ser ágil en la gestión y desarrollo de las colecciones, controlar la cualidades de cerca, asegurarte que quien te fabrica tiene las condiciones laborales adecuadas y también así seguir apoyando a la artesanía española para que se siga manteniendo este oficio”, asegura María Fontanellas, cofundadora y directora creativa de Mietis, firma con sede en Barcelona pero de fabricación mayoritariamente ubriqueña. “Mi padre y yo decidimos unir fuerzas y utilizar todo el saber hacer familiar en la fabricación de la piel y hacer una marca lujo contemporánea especializada en productos en piel”.
Mietis es un colorido imaginario de piezas modernas, tan llamativas como versátiles, y cargadas de positividad. Su singularidad está en la posibilidad de personalizar el producto, invitando así al cliente a establecer una conexión más profunda con la marca. La sensación de comunidad por la que apuesta Fontanellas es tan solo una de las facetas de lo que ella llama ‘lujo consciente’.
Sobre el concepto, la diseñadora aclara: “No nos ceñimos a la estacionalidad de la industria de la moda. Esto nos da tiempo para invertir en investigación y diseño prestando atención a todos los detalles para hacer productos especiales que perduren en el tiempo, con el objetivo de ofrecer la mejor calidad de producto y hacerlo en un método de fabricación cada vez más sostenible”.
La piel española, un orgullo nacional que se enfrenta al gran reto sostenible
El debate constante con los partidarios de la piel sintética ha suscitado una motivación por mejorar las prácticas que permiten la extracción y el tratamiento de la piel natural, todo en favor de la protección ambiental y social. Desde Leandra Bags, confirman que se ciñen a “las mejores certificaciones con respecto a un menor consumo de agua en las distintas fases de producción, el uso de materias primas producidas de forma sostenible y la ausencia de efectos dañinos sobre la salud y el medio ambiente, por registrar un bajo contenido de emisiones”.
Leather Standard by OEKO-TEX® y otras certificaciones reconocidas en la Unión Europea cumplen la función de garantizar al consumidor que los productos han sido examinados en busca de sustancias potencialmente dañinas, como las arilaminas, el cromo o el cadmio, por mencionar algunas. Fue una de las primeras exigencias de Fátima Degabriel al fundar su firma homónima de bolsos bajo inspiración de la perfección matemática, piezas que ella misma describe como un “alud de diseño y armonía”.
“Seleccionamos cuidadosamente la piel de proveedores con calificación Golden Rated de Leather Working Group, controlando todos los aspectos de la cadena de valor, desde el diseño hasta la revelación del producto final, fabricado en España” -explican desde la marca- “Elegimos materiales de altísima calidad como es el cuero, un producto natural y orgánico, aprovechado por la humanidad a lo largo de la historia por su nobleza y resistencia. Leather Working Group es una empresa que certifica a todos los fabricantes de cuero de acuerdo con su cumplimiento ambiental”.
Allí reside el valor primordial de la marroquinería española, única en el mundo por los estrictos controles a los que se somete su cadena de producción. Las firmas que plasman su sello en estas pieles no tienen nada que esconder; al contrario, tienen mucho de qué presumir. “Damos valor a los minuciosos pasos de los artesanos en cada una de sus fases del proceso: desde el corte, rebaje, empaste, al montaje y lujado de las piezas”, contestan con orgullo
Este último proceso consiste en un pulimento perfecto de la superficie del material. Para llegar a ello, primero se llevan a cabo decenas de disciplinas diferentes que exigen la pericia de los mejores expertos en su respectiva labor, una experiencia que los grandes grupos de moda rápida jamás estarían dispuestos a compensar.
“Tenemos al director del taller y los patronistas, que desarman y rectifican nuestro diseño; los cortadores, que troquelan la piel; luego los aparadores, que ensamblan las piezas, y, por último, las costuras diseñadas para el modelo y la pintura”, detalla Degabriel al referirse al exhaustivo (pero fructífero) recorrido de sus piezas hasta llegar al preciado escalón final, el lujado: “Es el dinamismo entre pintura y quemado a mano, en varias capas, hasta que el filo queda sellado”. La representación más alta del lujo, solo en España.