La crisis climática ha saltado las alarmas entre las firmas de moda, obligándolas a replantearse los materiales con los que habían trabajado hasta la fecha. Trajes, zapatillas, bolsos e incluso tarjetas de crédito... son muchos los productos cotidianos que ahora se pueden elaborar a partir de plásticos reciclados o fibras 100% biodegradables. Quizá por ello tenemos la impresión de que la sostenibilidad es un pilar en todos los sectores de la moda, pero quienes confeccionan bañadores, la pieza estrella del verano, saben que vivimos en una realidad muy distinta. ¿Existen los bikinis totalmente ecológicos?
- Prepedido, cocreación y otras formas de producir moda más sostenible
El primer bañador moderno o la revolución del plástico
Hasta el siglo XVII, lo habitual para las mujeres era nadar al desnudo, casi siempre en entornos privados o acompañadas únicamente por otras mujeres. A partir de entonces, cuando el nado se convirtió en una actividad de ocio popular para ambos sexos, se idearon bañadores de lana o lienzo que cubrían casi la totalidad del cuerpo femenino y pesaban tanto que era prácticamente imposible nadar.
Sociedad y ciencia avanzaron en paralelo para auspiciar el nacimiento del nailon, una revolucionaria fibra sintética de poliamida que no solo era ligera sino también, elástica. ¿Se puede pedir más? Para 1968, en una búsqueda para crear trajes de baño más livianos y aerodinámicos, Speedo se había alejado de los trajes de algodón, lana y seda para emplear únicamente el nailon.
¡Nace una alternativa 'eco'!
Lo que en su momento se consideró un milagro de la indumentaria, uno de los grandes avances tecnológicos del siglo, décadas más tarde sería la perdición de una industria que lucha por encontrar alternativas eco-conscientes para los distintos tejidos provenientes del petróleo.
Se estima que hasta el 40 % de los residuos plásticos producidos por el ser humano en los océanos está compuesto por nailon. ¿Cómo encontrar un sustituto sostenible e igual de efectivo? Después de años de investigación, la empresa italiana Aquafil desveló el secreto mejor guardado, ahora gran tesoro de las firmas de baño éticas: ECONYL es un tipo de nailon reciclado que nace de desechos sintéticos como plástico industrial, telas sobrantes y redes de pesca rescatadas de las aguas, todo ello sin perder la calidad de la que presume el nailon virgen.
- Moda circular: así cambiará nuestra forma de vestir en los próximos años
El primer obstáculo: la sostenibilidad tiene un precio
La fama que ostentan las playas españolas hace de nuestro país un destino turístico ideal en los meses estivales, y también sede de incontables firmas de baño que estos últimos años se han propuesto liderar el mercado sostenible utilizando ECONYL.
Desde Barcelona, Peque y Cris (madre e hija) lanzaron Bohodot en 2012 y pronto, sus bañadores sostenibles de espíritu mediterráneo han conquistado a mujeres tan conocidas como María Pombo o Eugenia Silva. "Ha sido complicado, ya que fabricar estos tejidos es un proceso nuevo y estamos ante las primeras generaciones de telas fabricadas con estos hilos. Poco a poco, las calidades son mejores y por ello los utilizamos más. De hecho, siete modelos de la nueva colección 100% reciclados, al igual que todos los forros de nuestros diseños".
Hacer la transición hacia el mercado circular es una decisión difícil para estas empresas que nacieron antes de que la sostenibilidad estuviera en boca de todos. Resulta inevitable preguntar por la cuantiosa inversión que supone trabajar con fibras recicladas: "Son más caras debido a todo lo que implica ser una marca sostenible, no solo el hilo en sí. Incrementa el coste un 20% aproximadamente".
Para los sellos nacidos en pleno boom de la moda 'eco', el panorama es más claro. Cuando la influencer y empresaria Belén Hostalet tuvo la idea de fundar MANOLA en 2020, la sostenibilidad fue su epicentro creativo. "Quería crear una marca de athleisure que no fuera aburrida, que saliera de lo convencional y que transmitiera su esencia. (...) Vivir una vida saludable, respetando y siendo consciente del medio ambiente en el que todos vivimos", nos explican desde la marca.
Tanto sus bañadores como sus líneas de deporte están hechas al completo con ECONYL y algodón orgánico desde primer día, aunque confiesan que nada de ello les supuso un esfuerzo adicional. La sostenibilidad no es negociable, por mucho que suponga vender a precios más elevados: "Por el contrario, el reto y el esfuerzo de hacer una marca de moda sostenible fue lo que más nos emocionó. El mundo necesita una industria de la moda más responsable y transparente. Nuestros clientes son fieles al estilo de vida que transmitimos en MANOLA".
Los microplásticos, el gran problema del ECONYL
En un principio, la invención de un tejido reciclado que fuese tan elástico y resistente como su versión original apuntaba hacia una solución definitiva para el exceso de desechos textiles, pero se ha encontrado que, a pesar de su composición ecológica, el ECONYL aún desprende microplásticos al océano, sin mencionar sus limitaciones en cuanto a tintes, texturas y acabados.
Hace 10 años, cuando Peque y Cris emprendieron su aventura con Bohodot, no existían estos tejidos reciclados. Su primer aporte a la sostenibilidad fue el de abrir una marca local con artesanos de su natal Barcelona en una época particularmente difícil para la industria española. "Hace unos 3 años que empezamos a utilizar materiales reciclados, después de un año probando diferentes calidades. (...) Las colecciones de Bohodot siempre son muy ricas en tejidos y a veces nos vemos más limitadas", nos confiesan.
Los expertos coinciden en que el plástico reciclado siempre será mejor que el plástico virgen y cualquier esfuerzo que reduzca o elimine los residuos contaminantes de los océanos es uno indudablemente positivo. "ECONYL cumple muchos criterios. Es muy agradable y resiste perfectamente a las difíciles condiciones del entorno marítimo. Pero el objetivo es crear un traje de baño 100% natural en un futuro próximo, desde el tejido hasta el tinte", afirma Carla Muret, fundadora de Dolla, una firma parisina que surge en 2020 del recuerdo de Dolores, su estilosa abuela de origen andaluz.
Carla nunca tuvo dudas de que trabajaría con esta versión ecológica del nailon tradicional, pero su visión se ve coartada por la oferta limitada de textiles 100% sostenibles: "Inevitablemente tenemos que renunciar a muchos tejidos bonitos, lo que limita la creatividad y añade restricciones al estilo". El próximo verano, su misión es lanzar una línea de ropa de sin renunciar a los valores de la marca, un dilema que resolvió recurriendo al upcycling: "Vamos a utilizar tejidos sobrantes de LVMH. De este modo, no hacemos tela para Dolla sino que aprovechamos tesoros que merecen ser utilizados".
- De Ubrique a Vendôme, estos pueblos son el Silicon Valley de los bolsos de lujo
¿Quieres un bañador plant-based? Tendrás que esperar
Mientras que la industria de la marroquinería (responsable de la confección de zapatos, bolsos y demás complementos) ha encontrado sustitutos naturales, como el cactus o la piña, a la utilización de piel animal, la moda de baño no ha corrido con la misma suerte. Es casi imposible encontrar bikinis confeccionados sin ningún tipo fibra sintética (reciclada o no), ya que los tejidos alternativos de algodón o cáñamo carecen de la flexibilidad y resistencia que caracterizan al bañador de toda la vida. Ambos absorben el agua al punto de pesar sobre el cuerpo, por lo que tampoco ofrecen el soporte necesario.
- El lujo de rescatar la tradición: cómo revivir una marca con décadas de historia
La importancia del proceso
Ante la negativa de elaborar bañadores con fibras naturales, las empresas se comprometen a expandir su compromiso con la producción ética en cada fase del proceso, desde la selección de materias primas hasta el momento en el que el cliente tiene el pedido en sus manos.
En Dolla, no hay detalle que se les escape: "Encajamos una sola tirada de producción al año, lo que limita considerablemente el transporte, ya que sólo enviamos las piezas una vez. Además, todas nuestras entregas por mensajería en París y sus alrededores se realizan en bicicleta", nos comenta su fundadora, que siempre tuvo clara la idea de confeccionar piezas atemporales con la ayuda de artesanos locales. De hecho, Muret solo cuenta con dos diseños distintos en su catálogo. Las tiras son intercambiables y es posible lucir el mismo modelo con una cadena de eslabones o una fila de cuentas de colores.
El modelo pre-order, las tiradas limitadas y la producción en cercanía son algunas de las costumbres antiguas que ha rescatado la industria moderna garantizar una mayor calidad y ralentizar los efectos del cambio climático. "Ser sostenible va mucho más allá de usar tejido reciclado. También estampamos en seco, evitando el uso desmesurado de agua como con las técnicas tradicionales, se usan energías verdes en nuestras fábricas y son todas de proximidad", desvelan desde Bohodot.
Apostar por la sostenibilidad como fundamento de marca implica involucrarse en cada paso de la cadena de producción, algo a tomar en cuenta si no queremos dejarnos engañar por la reciente tendencia del greenwashing; es decir, cuando una firma quiere subirse al carro de la moda 'eco' sin realmente tomar acciones de peso.
En MANOLA, Belén Hostalet y su equipo reafirman su compromiso desde el momento en el que se plasma en un papel cada nueva colección: "Diseñamos en Barcelona y producimos entre España y Portugal, todo es proximidad. (...) Que nuestros proveedores estén cerca ayuda considerablemente a disminuir la huella de carbono al momento de transportar las producciones. No usamos plástico en nuestro packaging y todo lo entregamos en cajas de cartón reciclado".
Para las marcas made in Spain que vieron la luz en este mundo postpandémico, los principios del cuidado medioambiental son inamovibles del mismo modo que lo son para los jóvenes compradores de la generación Z, quienes en cuestión de unos años se harán con un cuarto del mercado de la moda.