Pasamos gran parte del año pasado con miras al confort absoluto, a esperas de sobreponernos de la mejor forma posible a la atípica situación: las zapatillas y el chándal se convirtieron en nuestros aliados y confidentes para mantener los pies en la tierra. Ahora, sin embargo, solo queremos volar. El afán escapista de la recuperación ha protagonizado estas jornadas de desfiles en París y Milán, donde el lujo ha dicho adiós al minimalismo de los básicos en pro del brillo, la más irreverente sensualidad y el color. La resurrección de la microminifalda y los zapatos de plataforma son solo algunas de las señales del cambio de paradigma que estamos a punto de experimentar. Estos son los nuevos 'locos años 20' y los viviremos al máximo, destinados a resurgir del caos.
La moda, como el ave fénix
Tras la Gran Guerra, en la segunda década del siglo pasado, las mujeres se deshicieron de la crinonila en favor de siluetas fluidas y cargadas de glamour, del mismo modo que introdujeron a su estilo de vida el pantalón tradicionalmente masculino, un fenómeno que se replicó en la posguerra de los años cincuenta cuando Christian Dior irrumpió con el elegante New Look. El desenvolvimiento cíclico de la moda dicta que está condenada a repetirse en sintonía con la historia. ¿De todas las crisis nace una vitalidad avasallante? Desde el estallido de la burbuja en 2008, el mundo no se había enfrentado en conjunto a una debacle de tales dimensiones, por lo que quizá hace falta recordar cómo nuestro estilo se vio marcado hace menos de 15 años para entender las últimas propuestas de los diseñadores actuales.
Así lo vivimos hace 12 años
Con las contadas excepciones de John Galliano para Dior o Marc Jacobs en Louis Vuitton, las grandes casas de moda se ajustaron para la temporada Otoño/Invierno 2009 al clima de austeridad que ameritaba aquel crítico panorama. Tanto Prada como Miu Miu, ambas lideradas por Miuccia Prada, se rindieron ante el traje de lana y el mono de trabajo, mientras que Dries Van Noten eligió el eterno abrigo camel como símbolo de la moderación y Saint Laurent cambió las lentejuelas por la raya diplomática. Por su parte, Celine salió beneficiada tras el fichaje de Phoebe Philo, cuyo minimalismo sport consolidaría el éxito de la firma hasta su repentina salida en 2018. Lanvin, con el fallecido Alber Elbaz a la cabeza, y Balenciaga, a cargo de Gesquière, bucearon en sus respectivos archivos para replicar de forma casi exacta looks con décadas de historia, todo esto con fin de afianzar sus identidades de marca en tiempos inciertos, en lugar de incitar a la compra de nuevas tendencias en plena recesión.
En esta nueva década, no obstante, el pragmatismo y la reflexión no se trasladaron únicamente a siluetas holgadas o sencillas sino que acertaron en la diana con una visión profunda, de motivación política y social. Las conversaciones sembradas en redes sociales y posteriormente en las calles serían el epicentro de las colecciones Primavera/Verano 2021, motivadas por el consumo consciente y la diversidad cultural.
¿Larga vida al chándal?
Con el crack de 2008, la economía se recuperó a paso de caracol y dio pie a un paulatino cambio de registro que permitió, alrededor de 2014, el renacer de las tonalidades neón, los stilettos de alto impacto y el animal print en dosis hiperbólicas. Para nosotras, este pasado año, el agitado ritmo de vida acelerado por las nuevas tecnologías nos llevó rápidamente al hastío y quisimos superar, antes de lo esperado, los efectos que la pandemia tuvo en nuestros armarios. Con los efectos nocivos del coronavirus aún latentes, los consumidores buscaron comodidad y protección en los últimos meses de 2020. La demanda seguía enfocada en moda casual o deportiva con ventas in crescendo de sudaderas y abrigos plumas. Kim Kardashian y Kanye West eran el matrimonio del momento -parece que hablamos de una época lejana- y sus respectivos imperios de ropa comfy -SKIMS y Yeezy- acumularon millones de seguidores con sus lanzamientos virales. Esto, sin embargo, no tardaría en cambiar.
- Minifaldas, joyas y ropa de fiesta en el desfile con el que Dolce & Gabbana revisita los años 2000
'Sí' a todo: brillo, sensualidad y color
El giro llegó con el nuevo año 2021. De acuerdo con el índice publicado por la plataforma de venda Lyst, las búsquedas de tacones altos y vestidos de noche se alzaron hasta un 163% y 222% con el paso de cada cuatrimestre tras el colapso de su consumo por el confinamiento. Poco a poco, regresaron a nuestras vidas los abrazos, las celebraciones, el color y los excesos, con la responsabilidad que esto aún demanda. Las marcas de lujo se adelantaron a este comportamiento, al traer de vuelta la logomanía, los maxicomplementos, el power dressing y la sensualidad de la minifalda, un fenómeno predecible si echamos la vista atrás. Versace, Dolce&Gabbana, Fendi, Roberto Cavalli... la lista de firmas que se han volcado en favor de este propósito para la temporada Primavera/Verano 2022 es larga.
- Louis Vuitton nos abre las puertas al espacio con bordados metalizados y colores estridentes
Así como en la década de los ochenta las mujeres exigieron y asumieron su ingreso definitivo al campo laboral, -plasmado en la moda con la reinvención del traje de Giorgio Armani o Yves Saint Laurent, siluetas volumétricas, la ostentosidad de los logos y joyería de impacto- las mujeres de esta generación volverán a una supuesta normalidad enfundadas en maximalismo puro. En mayo, la colección Crucero 2022 de Chanel se distinguió como su entrega más punk y desenfadada, mientras que Louis Vuitton centró la suya en rescatar los brocados y el brillo con un lujoso enfoque futurista. Incluso los complementos, bolsos y zapatos cargados de color con fuertes referencias artísticas, apuntan ahora a la toma de un primer plano en nuestros estilismos bajo la nueva premisa de nunca es 'demasiado'.
¿Habremos olvidado la mesura y la importancia de la sostenibilidad?
Aún está por verse si este empoderamiento pospandémico es compatible con una forma de consumo responsable, en la que sepamos incorporar estas prendas especiales y únicas, de confección artesanal, a nuestros armarios para pasar de generación en generación. Puede que incluso nuestras hijas, sobrinas o futuras conocidas las rescaten décadas más tarde, sabiendo el valor que tiene volver a la vida a través de la moda.