Las elecciones estilísticas de Anne Hathaway durante su embarazo, no son unos looks al uso. Si hace unos meses la actriz impactaba sobre la alfombra roja con un vestido fucsia de cut outs, demostrando que estar embarazada no está reñido con dejar salir el lado más sensual. En la recta final de su embarazo, la intérprete ha dejado otra combinación premamá que pasará a la lista de estilismos de noche que celebran la silueta femenina. En el preestreno de Modern Love -la serie en la que interpreta a una mujer con trastorno bipolar-, lució un top de Oscar de la Renta. Una firma que se ha convertido en una de las de cabecera de la intérprete cuando se trata de acudir a grandes citas con la alfombra roja. Y es que en otras ocasiones ha apostado por otros de sus diseños, generalmente para galas de entregas de premios, apostando por modelos nuevos o incluso piezas vintage de la marca.
En esta ocasión era un look no solo a estreno sino prácticamente recién salido de la pasarela. El top se presentó en la Semana de la Moda de Nueva York el pasado 10 de septiembre, en una mezcla en la que se le añadieron unos pantalones cortos a tono y un sombrero, a juego con los zapatos, a contraste en color negro. Aunque la idea de la firma es la de conjugarlo con otras tonalidades, Anne prefirió mantener la estética naíf añadiendo el resto de prendas en blanco y pidiendo, como modificación, la eliminación del detalle floral de la pechera. Aunque tanto los colores claros como los volantes se suelen desaconsejar en el dresscode premamá -son dos características que añaden todavía más volumen-, Anne demostró que no hay norma de estilo que no pueda batir embarazada o no, consiguiendo una monocromía muy elegante que, además, le sumaba centímetros de altura.
De silueta asimétrica, la pieza cubría un hombro en su totalidad dejando el otro al descubierto con un semiescote corazón. Ceñido debajo del pecho, la tela caía creando pliegues evasé alrededor de la incipiente figura de la actriz. No solo la parte de arriba jugaba con las medidas desiguales, el lateral, largo casi hasta los pies, conseguía la elegancia de cualquier vestido de fiesta con la comodidad de llevar en realidad un conjunto de dos piezas. Realizado en lana, un tejido grueso que favorece la caída que compone la elegante estructura, cuesta 5.174 euros.
Aunque la estrella prefirió lucir la prenda sin el accesorio bordado, ir vestida enteramente de blanco no siempre es sinónimo de llevar un estilismo minimalista. La artista apostó por subirle la temperatura al look, en cuanto a complementos se refiere, con accesorios en dorado, una manera de conseguir el 'efecto Wow'. Sus apuestas fueron unos pendientes largos, un collar con piedras aguamarina -que hacía juego con un anillo con el mismo detalle- y, como broche, unas sandalias al más puro estilo Hollywood de tacón, también en color oro.