Sin duda alguna, el de ayer por la noche fue uno de los momentos más importantes para la carrera de George Clooney. La ciudad de California se vestía de gala, glamour y cine para acoger los Premios AFI 2018, donde se homenajeó al actor por toda su trayectoria. Junto a él, como era de esperar, además de todos esos rostros que pueblan el panorama de Hollywood, llegó Amal Clooney, dejándonos, del brazo de George, momentos de lo más tierno a pie de alfombra roja. Y también fuera de ella, pronunciando un discurso que no pudo más que emocionar al actor. Pero además de por sus palabras, la abogada se convirtió en una de las protagonistas de la noche gracias a su estilismo. Para la ocasión la activista eligió con ingenio un vestido de Prada, aparentemente largo (o mini, según como se mire) que, además de actualizar el concepto de abertura infinita, daba la clave para conseguir el vestido de fiesta corto favorecedor a cualquier edad.
Definitivamente, lo que parecía una formulación de patrones imposible, se hizo realidad en la elección de Clooney. La pieza en cuestión, que se encargó de acaparar todas las miradas, brillaba (casi literalmente) en un tono rosa pastel, que creaba un efecto satinado al estar impregnado, de pies a escote, con toques de brillo, que aportaban luminosidad. Por su parte, el cuerpo del estilismo se caracterizaba por ceñirse a su figura de forma ligeramente encorsetada, empezando por un escote bardot anudado en forma de lazo en el centro, que realzaba el pecho, estilizando hombros y cuello.
Pero sin duda, el quiz de la cuestión del estilismo de Amal se encontraba un poco más abajo, en la falda del vestido o, mejor dicho, doble falda. Y es que, en esta segunda parte de la apuesta, el según como se mirase el diseño determinaba totalmente su corte. Así, lo que prometía ser un vestido corto y ceñido al cuerpo marcando la silueta, se cubría con una segunda capa también en rosa bebé y decorada por apliques de pedrería. Ésta, como una sobrefalda, partía de la cintura y se alargaba hasta los pies sin cerrarse, dejando presencia a la falda mini interior. De esta forma, mediante un juego de largos y el movimiento de la tela, adaptaba al dress code más exigente cualquier vestido en su versión más corta, poco apropiado para los eventos más señalados.
Para terminar su elección, la del Líbano prefirió apostar por accesorios discretos en la misma línea de color y brillo del look, para no restar importancia a la pieza principal. Así, eligió un clutch rígido, dorado y metalizado, modelo Carmen de Jimmy Choo; que combinaba con las sandalias First Kiss de Aquazzura, finas y de tiras, en el mismo tono y valoradas en 575 euros. Además, dejó que el escote hablase por sí solo, sin recargarlo, prescindiendo de collares o gargantillas y luciendo tan sólo unos sencillos pendientes largos, de cristal y ovalados, que quedaron en parte disimulados por su larga melena ondulada hacia un lado.