La escalinata de la gala Met volvía a cubrirse de alfombra roja para recibir los siempre extravagantes estilismos de la cita neoyorquina. Si cada año consigue superarse, esta edición, en la que la religión se convertía en protagonista de la noche temática. Así, entre dorados, cruces, coronas, estilismos de ensueño pero inimitables como el de Amal Clooney o el de Kate Moss, Alexa Chung decidió llevar la contraria y vestirse, sin defraudar, de la forma más sencilla. Para la ocasión, Alexa obvió las excentricidades por un vestido de su propia firma: mini, blanco y de lo más versátil. Daba así una vuelta de tuerca al concepto de vestido de fiesta y anticipando lo que venimos viendo desde hace varias temporadas: que el vestido blanco es el nuevo Little Black Dress.
Sin duda, se trata de una pieza que, aunque aparentemente sencilla, está llena de detalles que la hacen guardar miles de posibilidades sin abandonar las tendencias. Con manga abullonada semitransparente, escote caja (que resulta realmente favorecedor para todos los tipos de pecho) y cintura marcada, este vestido de fiesta recrea el largo perfecto para estilizar las piernas. En cuanto a los complementos, Alexa esta vez ha apostado por un collar de piedras brillantes y metalizadas ajustado al cuello, sin llegar a crear efecto chocker, a juego con unos pendientes también brillantes, los remates con puntillas y una personalidad algo campestre, lo convierten en una opción apta también para una cita más especial, una reunión con amigas o incluso para el día a día.
Por su parte, el maquillaje también juega un papel principal, ya que los ojos ahumados y labios oscuros (en burdeos o rojo intenso) consiguen que el look sea más nocturno. Mientras, manteniendo el mismo recogido romántico de la británica (bajo y dejando sueltos algunos mechones en la parte delantera) y con apenas con un toque de color rosa en labios y mejillas, sería más que suficiente para conseguir el efecto adecuado si se quiere convertir el vestido blanco en un look de día.
Para hacer más sofisticada su propuesta en la gala del Met, la británica eligió un bolso bombonera con lentejuelas y pedrería y unos stilettos de Gucci con pulsera con lazo, adornado por una pequeña abeja, ambos en negro con algún toque de color para romper con el blanco impoluto de la pieza principal. Ahora bien, este no es el único calzado con el que la diseñadora combina este tipo de vestidos. De día, y apostando por la comodidad, también hemos visto en ella la mezcla carismática de combinar vestidos de fiesta con zapatillas tipo Converse.
Pero esta no es la primera vez que la it girl inglesa nos regala uno de esos estilismos aptos para copiar en esta gala de vestidos impactantes y casi siempre imposibles de llevar. Sin ir más lejos, en la edición de 2017, apareció con un vestido de Diane Von Furstenberg, de lunares, adelantando la tendencia en estampados de este año.
Pieza vaporosa hasta los pies que, a pesar de su longitud y pronunciadísimo escote en uve, podía hacer tanto estilismos ideales para bodas, de día o de noche, bautizos y comuniones, como para un día lleno de planes en pleno verano. Para las amantes de lo sencillo, los básicos y la practicidad, desde luego Alexa es un icono al que tener en cuenta.