Un color neutro por definición es aquél que no compite con otros. Es completamente neutral, no se 'pelea' cuando lo combinamos con los demás colores, especialmente los muy estridentes, ya que por sí solos no generan ninguna emoción, al contrario por ejemplo que un verde césped o un morado. Los neutros no son una prenda en sí, sino una categoría de básicos, que es importante tener a mano precisamente para poder combinarlos dentro de un outfit que pide a gritos un color que compense un rojo muy intenso o un azul Klein: beis, gris, blanco y negro suelen considerarse colores neutros puros, aunque también todos aquellos que estén mezclados con ellos. Por ejemplo, un rojo que tira a gris o que se acerca a un pastel o un crema. Todos neutros.
Después de esta introducción tan técnica, es posible que hayas caído en la cuenta de que abusas a menudo, por no decir a diario, de los neutros. Es normal: son colores en los que no hay que pensar mucho y que funcionan siempre (un buen ejemplo es la camisa blanca que nunca falla, a la que hay que sumar desde un chino caqui a una falda lápiz en gris o incluso un vaquero), y de ahí que se conviertan en una respuesta semiautomática cuando hay que plantarse delante del armario cada mañana y dar respuesta al qué me pongo. Especialmente si trabajas en una oficina, o tu día a día está condicionado por alguna norma de vestuario: la gama de los neutros acaba convirtiéndose casi en un uniforme del que sólo se sale en el fin de semana (y gracias).
Vestir con colores neutros no es un error fashionista, al contrario, suele ser una opción de lo más elegante ya que son colores atemporales que además no están dominados por las tendencias, y son la mejor inversión cuando queremos incorporar prendas al armario que podamos llevar a largo plazo. Siempre, claro, que no te olvides de que el mundo está lleno de otros colores, y lo que es más importante: que entre ellos encontramos algunos colores 'escondidos' que pueden hacer las veces de neutros si se combinan correctamente. Es decir, que hay un truco para añadir colores fuertes a tu look sin que lo parezca.
Uno de estos colores 'mágicos' es el amarillo, que ya hace unos años fue incluido en la paleta de los neutros por los expertos en color de Pantone, porque en el terreno de la decoración funciona igual que un gris o un beis al combinarlo con otros colores; también lo hace con otros neutros sin empastarse, así que es el perfecto color bisagara. ¿Un ejemplo del que seguro ya te has dado cuenta? El giro radical de vestuario de Olivia Pope, la abogada interpretada por Kerry Washington en 'Scandal', y que hemos puesto de ejemplo otras veces a la hora de hablar del power dressing y la nueva businesswoman: el look de Olivia ha ido introduciendo colores más brillantes a lo largo de la última temporada, y lo ha hecho añadiendo acentos de amarillo a sus conjuntos sastre en blanco marfil y gris. "Hemos usado un montón de amarillo", explicaba la estilista de la serie, Lyn Paolo, a la web Popsugar, al preguntarle por este cambio radical después de cinco temporadas de looks neutros, "que no es un color que veas muy a menudo, pero que puedes poner al lado de cualquier otro color y siempre funciona. Morado, verde, naranja, azul. ¿Azul marino y amarillo? Aunque parezca extraño, hemos hecho esa mezcla toda la temporada y funciona. A no ser que tu piel tenga una tonalidad de base amarilla, es un color que sienta bien a todo el mundo". Morenas, rubias, pelirrojas y de pieles oscuras o claras. Precisamente porque tiene el potencial de funcionar como un neutro, el amarillo no sólo combina con todo sino que también favorece a casi todas las complexiones.
El tip definitivo: comenzar experimentando con él, añadiéndolo poco a poco a looks más apagados que ya tengas en tu catálogo personal de outfits del día a día, para ir poniendo notas de color vibrante a un conjunto dominado por el gris, o por el blanco y negro. Por ejemplo, un top en amarillo + un total look sastre en blanco. O incluso reducir aún más su presencia usándolo sólo en los complementos, como unos zapatos o un bolso en amarillo vibrante mezclados con unos vaqueros y un jersey beis. Una vez tengas este look dominado, puedes probar a invertir los roles y hacer del amarillo la tonalidad principal, por ejemplo a través del colorblocking o con un vestido liso en un color mostaza, rebajado con una biker en negro. El paso definitivo: combinar varios colores brillantes en un mismo look, haciendo que el amarillo haga las veces de neutro al ponerlo al lado de un azul o un rojo muy intenso, con una nota de blanco. ¡Qué te diviertas!
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