Cuando Achille Maramotti fundó Max Mara en 1951, su intención estaba clara: vestir a las esposas de los médicos y abogados, las mismas mujeres que, años después, se convertirían ellas mismas en profesionales con gran poder de decisión. Ian Griffiths, actual director creativo de la firma, insiste en mantener vivo este sueño siguiendo, por supuesto, los principios del lujo más silencioso. Para su colección Resort 2025, nos trasladó al espectacular Palazzo Ducale de Venecia, donde se celebró este martes por primera vez un desfile de modas. Y el motivo esconde una preciosa anécdota, desvelada por el propio diseñador: "Cuando era estudiante de moda en el Politécnico de Manchester junté suficiente dinero para pasar un mes en Italia con un boleto de Interail. Me inspiré en la oscuridad monumental y los mosaicos de San Marco en Venecia y estos fueron el punto de partida para mi trabajo de fin de grado".
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Casi cuatro décadas han pasado desde entonces y estas prendas (o, mejor dicho, réplicas de ellas) por fin han vuelto a ver la luz. Siendo la ciudad de los canales cuna del comercio de lujo siglos atrás, tiene sentido que esta entrega incorporase una fusión de exquisitos tejidos de seda, cachemir, lana de camello o terciopelo, entrelazados en siluetas de lo más sofisticadas y ponibles que son ya seña de identidad de Max Mara.
Cuando Achille Maramotti fundó Max Mara en 1951, su intención estaba clara: vestir a las esposas de los médicos y abogados, las mismas mujeres que, años después, se convertirían ellas mismas en profesionales con gran poder de decisión. Ian Griffiths, actual director creativo de la firma, insiste en mantener vivo este sueño siguiendo, por supuesto, los principios del lujo más silencioso. Para su colección Resort 2025, nos trasladó al espectacular Palazzo Ducale de Venecia, donde se celebró este martes por primera vez un desfile de modas.
Y el motivo esconde una preciosa anécdota, desvelada por el propio diseñador: "Cuando era estudiante de moda en el Politécnico de Manchester junté suficiente dinero para pasar un mes en Italia con un billete de Interail. Me inspiré en la oscuridad monumental y los mosaicos de San Marco en Venecia y estos fueron el punto de partida para mi trabajo de fin de grado".
Casi cuatro décadas han pasado desde entonces y estas prendas (o, mejor dicho, réplicas de ellas) por fin han vuelto a ver la luz. Siendo la ciudad de los canales cuna del comercio de lujo siglos atrás, tiene sentido que esta entrega incorporase una fusión de exquisitos tejidos de seda, cachemir, lana de camello o terciopelo, entrelazados en siluetas de lo más sofisticadas, pero a su vez absolutamente ponibles, que son seña de identidad de Max Mara.