Balenciaga Otoño/Invierno 2024-2025, dirigido por Demna Gvasalia, nos llevó a un mundo que desafía la realidad, donde la moda se mezcla con la tecnología y la cultura digital. La presentación ofreció una experiencia sensorialmente inmersiva, con prendas de segunda mano y arrugadas que se mezclaban entre pantallas de luz, simbolizando nuestra obsesión por compartir contenido en redes sociales. Gvasalia, al igual que otros diseñadores contemporáneos, como Hedi Slimane en Celine, tiene un objetivo muy claro: la democratización de la moda de lujo, arraigándola en la cultura urbana, popular y juvenil. Balenciaga ha experimentado una transformación radical bajo su dirección creativa, adoptando una estética mucho más reciclada y deconstruida, mientras trata de seguir siendo fiel a su legado histórico.
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El desfile estuvo lleno de ideas innovadoras, desde paisajes generados por inteligencia artificial hasta homenajes a las redes sociales, reflejando la visión (y quizás, el deseo) de Gvasalia de crear una atmósfera de histeria colectiva en torno al planteamiento de la colección. Y a pesar de su presentación espectacular, hubo una excesiva cantidad de ideas y quizás algo de falta de cohesión entre ellas. La inclusión de prendas demasiado exageradas planteó preguntas sobre su viabilidad en el mercado minorista y su practicidad en el uso 'diario'. Mientras Balenciaga continúa desafiando las normas establecidas de la moda, es posible que llegue el momento de una separación o filtrado de las ideas de marca para mantener la esencia de la creatividad de su director creativo.
Balenciaga Otoño/Invierno 2024-2025, dirigido por Demna Gvasalia, nos llevó a un mundo que desafía la realidad, donde la moda se mezcla con la tecnología y la cultura digital. La presentación ofreció una experiencia sensorialmente inmersiva, con prendas de segunda mano y arrugadas que se mezclaban entre pantallas de luz, simbolizando nuestra obsesión por compartir contenido en redes sociales. Gvasalia, al igual que otros diseñadores contemporáneos, como Hedi Slimane en Celine, tiene un objetivo muy claro: la democratización de la moda de lujo, arraigándola en la cultura urbana, popular y juvenil. Balenciaga ha experimentado una transformación radical bajo su dirección creativa, adoptando una estética mucho más reciclada y deconstruida, mientras trata de seguir siendo fiel a su legado histórico.
El desfile estuvo lleno de ideas innovadoras, desde paisajes generados por inteligencia artificial hasta homenajes a las redes sociales, reflejando la visión (y quizás, el deseo) de Gvasalia de crear una atmósfera de histeria colectiva en torno al planteamiento de la colección. Y a pesar de su presentación espectacular, hubo una excesiva cantidad de ideas y quizás algo de falta de cohesión entre ellas. La inclusión de prendas demasiado exageradas planteó preguntas sobre su viabilidad en el mercado minorista y su practicidad en el uso 'diario'. Mientras Balenciaga continúa desafiando las normas establecidas de la moda, es posible que llegue el momento de una separación o filtrado de las ideas de marca para mantener la esencia de la creatividad de su director creativo.