La colección Otoño/Invierno 2024-2025 de Rabanne, diseñada por Julien Dossena, se autoproclama como una exploración de la moda contemporánea que fusiona elementos de vanguardia urbana con la elegancia bohemia, creando una propuesta multifacética. Dossena nos transporta a un mundo donde la capa externa y la interna son igualmente importantes, con una colección compuesta de una diversidad de prendas que van desde un estilo más grunge hasta el diseño gráfico de los años 70, pasando por la moda masculina y las influencias de la escuela de arte.
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En cuanto a las prendas, destacaron los estampados audaces que coexisten en armonía, como mezclas de cuadros escoceses, jacquard geométricos y motivos pequeños. Los colores convergieron en una paleta que fue desde el blanco y negro hasta tonos vibrantes como el amarillo o el azul. Las siluetas se caracterizan por ser holgadas y envolventes, con prendas que se superponían unas encima de las otras y que eran combinadas para crear un aspecto único y personalizado. La ornamentación fue otro punto destacado de la colección, con grandes adornos, plegados y cut-out que añadieron a los looks un toque de fantasía y modernidad. Sin olvidar a los bolsos que con sus discos de cuero retorcidos, complementaron perfectamente las prendas y ofrecen un toque de sofisticación adicional. En cuanto al calzado, se optó por un enfoque más urbano con mules estilo zueco y botas altas que se estrechan en la pierna.
La colección Otoño/Invierno 2024-2025 de Rabanne, diseñada por Julien Dossena y mostrada en Paris Fashion Week, se autoproclama como una exploración de la moda contemporánea que fusiona elementos de vanguardia urbana con la elegancia bohemia, creando una propuesta multifacética. El diseñador nos transporta a un mundo donde la capa externa y la interna son igualmente importantes, con una colección compuesta de una diversidad de prendas que van desde un estilo más grunge hasta el diseño gráfico de los años 70, pasando por la moda masculina y las influencias de la escuela de arte.
En cuanto a las prendas, destacaron los estampados audaces que coexisten en armonía, como mezclas de cuadros escoceses, jacquard geométricos y motivos pequeños. Los colores convergieron en una paleta que fue desde el blanco y negro hasta tonos vibrantes como el amarillo o el azul. Las siluetas se caracterizan por ser holgadas y envolventes, con prendas que se superponían unas encima de las otras y que eran combinadas para crear un aspecto único y personalizado. La ornamentación fue otro punto destacado de la colección, con grandes adornos, plegados y cut-outs que añadieron a los looks un toque de fantasía y modernidad. Sin olvidar a los bolsos que con sus discos de cuero retorcidos complementaron perfectamente las prendas y ofrecen un toque de sofisticación adicional. En cuanto al calzado, se optó por un enfoque más urbano con mules estilo zueco y botas altas que se estrechan en la pierna.