Por primera vez en la historia de la moda, y gracias a Prada, una colección de prêt-à-porter se exhibió simultáneamente sobre pasarelas de dos ciudades diferentes, a miles de kilómetros de distancia. La casa italiana capitaneada por Miuccia Prada y Raf Simons escogió Milán y Shanghái como escenarios para su aventura empresarial de la temporada Primavera/Verano 2022, marcando un hito en términos de innovación. Los invitados fueron convocados en la Fundazione Prada, donde se sentaron en pedestales grises y ante unas pantallas donde se transmitió en directo el espectáculo que estaba teniendo lugar en China. Coordinadas a la perfección, las modelos desfilaban las mismas piezas, lo que podría suponer una nueva estrategia de negocios que diera pie en el futuro a montar eventos en más de una ciudad para públicos diversos, desafiando la esencia de la Semana de la Moda.
También buscaron, como ha sido habitual desde que comenzó su matrimonio laboral, deconstruir la ropa de gala. En su proceso creativo, el concepto de elegancia resulta caduco, mientras que la seducción a través del cuerpo y las formas que este tiene de modificarse han sobrevivido con los años. En un universo en el que lo formal y lo casual van de la mano e incluso se confunden, Prada recupera y reimagina siluetas históricas y eternas, como la chaqueta biker de cuero, la minifalda (que vuelve con fuerza tras desterrar a la midi) y los jerséis de punto. Destacan, sobre todo, sus distintas variaciones del mismo vestido de cuello a la caja con falda tubo, transformado con técnicas de corsetería para ceñirse a la cintura. Con ello, Prada hace público su manifiesto sobre la moda en el siglo XXI, adaptable a la mujer actual: pragmática, sensual, libre de limitaciones.
Por primera vez en la historia de la moda, y gracias a Prada, una colección de prêt-à-porter se exhibió simultáneamente sobre pasarelas de dos ciudades diferentes, a miles de kilómetros de distancia. La casa italiana capitaneada por Miuccia Prada y Raf Simons escogió Milán y Shanghái como escenarios para su aventura empresarial de la temporada Primavera/Verano 2022, marcando un hito en términos de innovación. Los invitados fueron convocados en la Fundazione Prada, donde se sentaron en pedestales grises y ante unas pantallas donde se transmitió en directo el espectáculo que estaba teniendo lugar en China. Coordinadas a la perfección, las modelos desfilaban las mismas piezas, lo que podría suponer una nueva estrategia de negocios que diera pie en el futuro a montar eventos en más de una ciudad para públicos diversos, desafiando la esencia de la Semana de la Moda.
También buscaron, como ha sido habitual desde que comenzó su matrimonio laboral, deconstruir la ropa de gala. En su proceso creativo, el concepto de elegancia resulta caduco, mientras que la seducción a través del cuerpo y las formas que este tiene de modificarse han sobrevivido con los años. En un universo en el que lo formal y lo casual van de la mano e incluso se confunden, Prada recupera y reimagina siluetas históricas y eternas, como la chaqueta biker de cuero, la minifalda (que vuelve con fuerza tras desterrar a la midi) y los jerséis de punto. Destacan, sobre todo, sus distintas variaciones del mismo vestido de cuello a la caja con falda tubo, transformado con técnicas de corsetería para ceñirse a la cintura. Con ello, Prada hace público su manifiesto sobre la moda en el siglo XXI, adaptable a la mujer actual: pragmática, sensual, libre de limitaciones.