Raica Oliveira, en el desfile de Andrés Sardá, otoño-invierno 06-07.
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Mientras que, en las ediciones de Cibeles en las que se presentan colecciones para la temporada de primavera-verano, muestra sus diseños de ropa de baño; en esta ocasión, Andrés Sardá volvió a seducir en la pasarela madrileña con sus elegantes y siempre llenas de glamour propuestas de lencería.
El andén de una ficticia estación de tren fue el marco en el que se desarrolló su desfile. Al comienzo de la pasarela, el humo de las máquinas y el suave caer de la nieve acompañaba a cada modelo, las cuales se mostraban sexys, guapas y, en todo momento, muy elegantes. Los años 20 y 30 perfilaban las líneas de sus conjuntos de lencería, complementados con capas de terciopelo, boleros o estolas de piel de zorro. Además, la sombrerería elegida para complementar cada diseño (unas creaciones de la firma Pablo y Mayaya) nos transportaba aún más a la moda de principios del siglo XX.
Sobre su pasarela, ciertos detalles recuerdan a Rusia y otros a Oriente, como por ejemplo el uso de anchos fajines tipo ‘obi’ con gran lazada en la espalda. Una fusión de culturas en clave seductora. En cuanto al color, lo que comenzó con un predominio absoluto del negro, da paso prendas en morado, verde, rosa antiguo y blanco. Destacaron sus camisones y saltos de cama creados con tejidos ‘devorados’ –se presentan a modo de jirones- y finos tirantes confeccionados con deslumbrantes cristales. También llamativos fueron sus conjuntos de sostén muy estructurado, que realza el pecho, a juego con shorts de cadera muy baja con contraste cromático atrás y adelante. Por último, no hay que pasar por alto los sofisticados estampados florales que pintan algunos de sus diseños.