No solo fue la estrella de la ceremonia de inauguración del Mundial de Fútbol de Rusia sino que también consiguió conquistar a toda la audiencia durante la final entre Francia y Croacia, celebrada este domingo. Natalia Vodianova salió al terreno de juego acompañando a la Copa de Mundo antes del encuentro. Un momento que hizo que la supermodelo rusa consiguiera que en el día de ayer no solo se hablara de deporte. Su aparición consiguió "hacerla brillar' (como titula la prensa internacional) tanto por su look con minivestido de deslumbrantes paillettes doradas al que acompaña con piezas de alta joyería, como por su simpatía y gran sonrisa que conquistó al público. Sin embargo, hace unas horas, se ha despedido de su país natal y lo ha hecho cambiando de registro con una imagen donde prevalece su faceta como madre. La misma que protagonizó sus instantáneas en la grada durante el encuentro deportivo.
Con una imagen tomada en la Plaza Roja con la Catedral de San Basilio y las Galerías Gum de fondo, Natalia dice adiós a Rusia acompañada de dos de sus cinco hijos, Neva (12) y Viktor (10). "Siempre con estos dos. ¡Qué semana! Adiós Moscú, hasta la próxima", escribe junto a la fotografía que ha publicado hace una hora en Instagram. Junto a ellos, también vivió toda la emoción de esta final de deportiva en la que triunfó Francia.
En la grada, Natalia demostró su pasión por este deporte junto a sus hijos y su pareja desde 2011, el empresario francés Antoine Arnault. Curiosamente, la modelo volvió a la grada tras presentar la Copa del Mundo con el mismo look que llevó en este acto. Posteriormente, cambiaría su estilismo por una imagen más desenfadada con la camiseta del equipo al que apoyaba, Francia.
El look del que todos hablan que llevó en el acto inaugural de esta final estaba compuesto por un minivestido de paillettes doradas, de corte futurista y falda wrap de volantes, de Louis Vuitton, sello francés que firmaba el estuche en el que se transportaba la Copa del Mundo. También su calzado era de esta marca. Por otro lado, complementaba su estilismo con joyas de Chopard: pendientes de oro blanco de 18ct engastados con esmeraldas talla pera (17cts) y diamantes talla pera (2cts), un brazalete de platino engastado con diamantes talla asshoka (11cts) y talla brillante (1ct), de la colección de Alta Joyería; y un reloj de la colección Imperiale.