El salto a la fama se produjo de manera casi inmediata: el prinicpio de la década de los 00 estuvo marcada por las modelos andróginas, capaces de desfilar lo mismo vestidas de hombre que de mujer. Bimba, con sus continúos cambios de look, casi siempre con melena cortísima, y sus facciones angulosas, era la modelo perfecta para el papel.
Al otro lado del charco fichó como modelo de una conocida agencia y se recorrió varias pasarelas internacionales, incluidas Nueva York y Milán, acumulando portadas y editoriales en cuestión de meses. Al cabo de poco tiempo, acabaría protagonizando una famosísima campaña junto a Tom Ford, entonces director creativo de Gucci.