La modelo ha decidido hacer frente a su adicción e ingresar en una clínica.
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Tras el escándalo provocado la semana pasada por las imágenes publicadas en un periódico británico en las que Kate Moss aparecía consumiendo cocaína, la modelo ha decidido tomar cartas en el asunto. Para ello ha empezado por abandonar a su hasta ahora novio, el cantante Pete Doherty, drogadicto reconocido, y someterse a una cura de desintoxicación en un lujoso centro estadounidense.
Al parecer fue la también modelo Elle Macpherson la que le aconsejó la clínica Meadows, en Phoenix, en el desierto de Arizona, ya que ésta había pasado allí una temporada para superar la depresión posparto que sufrió tras el nacimiento de su segundo hijo. El centro, por el que ya han pasado multitud de artistas, cantantes y actores con problemas de depresión y de adicciones, cuesta la friolera de 3.300 euros diarios, y su programa incluye sesiones individuales y en grupo con psicólogos y especialistas. Durante su estancia, Moss tendrá que seguir las estrictas normas de la clínica como compartir habitación con otras dos internas, no disponer de teléfono móvil, no fumar, o no poder ver a su hija Lila Grace de tres años de edad.
La modelo pretende volver a encarrilar su carrera después de que las grandes firmas con las que trabajaba –Chanel, Burberry, H&M y Roberto Cavalli- rescindieran sus contratos para no verse involucrados en este escándalo. Kate Moss entonces emitió un comunicado entonando el mea culpa que ahora parece haber llevado a la práctica. Sólo cabe esperar que se recupere satisfactoriamente y pueda retomar la fulgurante trayectoria profesional que ha conseguido.