El Mercado de San Antón de Madrid sirvió de escenario a una colección basada en el aprovechamiento y reutilización de tejidos, con camisetas convertidas en faldas, o vestidos adornados con 'desperdicios' de seda.
El 'beauty look': efecto cara lavada con toques de color aislados (algunas modelos llevaban los labios rojos; otras, los párpados en rojo o azul), a excepción de varias modelos con el cuerpo bañado en glitter.