MADRES ICÓNICAS: AUDREY HEPBURN
“Nací con una enorme necesidad de afecto y con una tremenda urgencia de brindarlo. Cuando era pequeña solía avergonzar a mi madre intentando sacar a los recién nacidos de los cochecitos cuando iba por la calle. Soñaba con tener mis propios hijos. Todo en mi vida se reduce a una única cosa: no sólo recibir amor, sino la desesperada necesidad de darlo”, declaraba Audrey Hepburn. Musa del cine y de la moda, icono de estilo, y una gran mujer que se fraguaba tras el mito. Audrey Hepburn estuvo marcada por una infancia y una juventud difícil, ante el abandono de su padre, la frialdad de su madre y el horror de la guerra en una Holanda ocupada por los nazis. Sin embargo, la joven de salud delicada conseguiría enamorar con sus aptitudes artísticas, su carisma y personalidad a productores, directores y, sobre todo, al gran público que la sigue teniendo presente a día de hoy. Hepburn tuvo dos hijos, Sean —fruto de su relación con Mel Ferrer— y Luca—hijo de Andrea Dotti—, por quienes abandonó su carrera cinematográfica. Como ella misma afirmó: “Tuve que elegir en un momento de mi vida, o dejar de hacer películas o dejar de ver a mis hijos. Fue una decisión muy fácil de tomar, porque los echaba mucho de menos. Cuando mi hijo mayor empezó a ir a la escuela, ya no pude llevarlo conmigo, y eso era duro para mí, así que dejé de aceptar películas. Me retiré para quedarme en casa con mis hijos. Fui muy feliz.”. Su hijo Sean Hepburn Ferrer diría: “Primero supe que tenía una madre, y que era una madre estupenda. Y luego supe que era actriz y que trabajaba en el cine. Sólo después de mucho tiempo supe cuánto la apreciaban en todo el mundo…”.
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