THOM BROWNE. La recta final de París brillaba con dos de los nombres más especiales de su calendario: uno, el de Saint Laurant Paris, la firma encargada de echar el cierre a cada edición, y una de las que más curiosos acumula a sus puertas, rebajando notablemente la edad media de sus asistentes, con un front-row en el que no escasean los fashion insiders y modelos que apenas rozan la veintena. El otro es Thom Browne, uno de los enfant terribles de la Ciudad de la Luz, al menos en lo que respecta a la moda para hombre: adelantando la 'huida' trasatlántica de muchas de las firmas neoyorquinas con prendas para hombre, que llevan un desfase en el calendario de dos meses respecto a Milán y París, Thom Browne era de los primeros en llevar a cabo este 'trasplante' entre capitales de la moda, revolucionando su propuesta hasta protagonizar uno de los slots clave de su calendario (el penúltimo en la jornada del domingo, justo antes de Saint Laurent y del despegue de la Alta Costura). Su colección otoño-invierno 2015-2016 es una de las más arriesgadas de los últimos años: el mito de la viuda negra se vuelve una realidad en el armario masculino, con hombres vistiendo larguísimas faldas masculinas casi en la totalidad de looks -algunas más cortas incluso que de costumbre-, con tejidos en negro puro que brillan con texturas y brocados, acabados en piel vuelta y acolchados. Destacan las levitas superpuestas sobre chaquetas, los juegos de volúmenes entre cortos y largos, y las capas para hombre.