El legado de Christian Dior en la historia de la moda es incalculable. Con la revolucionaria silueta New Look, el modisto francés rompió los moldes en virtud de una feminidad casi teatral, a la que solo él supo adelantarse en tiempos de posguerra. ¿Su secreto? Además de couturier, era un gran viajero, hábito que valió para nutrir sus creaciones durante décadas y persiste en su sucesora actual. Desde la incorporación de Maria Grazia Chiuri a la dirección creativa de la marca, sus colecciones nos transportan a tierras idílicas como Marrakech, Bombay o Dubái o Atenas, pero no tuvimos que irnos tan lejos para la celebración de su desfile Crucero 2023. Por primera vez, Dior congregó a la élite de la moda en suelo español, concretamente en Sevilla, para desvelar sus últimas novedades.
Hablamos con los artesanos sevillanos de Dior
Decorada cual feria, con luces, música y un aluvión de flores, la Plaza de España de la capital hispalense recibió a los casi 900 invitados de la maison, entre los que encontramos a Victoria de Marichalar, Marta Ortega o Chiara Ferragni. Al ritmo del flamenco, se dieron a conocer una a una las nuevas propuestas de Dior, un híbrido único entre la rica historia de Andalucía y los principios irrevocables de la marca, que no se dispuso únicamente a visitar nuestro país por sus bonitos paisajes sino con el objetivo de trabajar codo a codo con los artesanos expertos de la región.
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Bajo una intensa atmósfera que emulaba los claroscuros de Goya, la casa francesa ejerció de altavoz para el saber hacer nacional, reversionando sus diseños icónicos bajo la mirada de nuestros maestros bordadores, sastres y orfebres: pantalones de jinete andaluz, el mantón de Manila, una versión renovada del vestido Bal à Séville o la chaqueta Bar en su versión española, decorada con hilos de oro. Seis meses después de aquella noche inolvidable, hemos hablado con los españoles que colaboraron con Dior en la preparación de su desfile Crucero 2023 para descubrir las anécdotas detrás de este espectáculo de moda y folclor.
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El renacer del mantón de Manila
María José pertenece a la tercera generación de mujeres en su familia dedicadas al mantón de Manila, una pasión que nació del espíritu emprendedor de Ángeles Espinar en 1978, pero que lleva presente en su casa desde mucho antes. "Mi madre Ángeles comenzó a bordar con 14 años, por lo que es un oficio que conoce perfectamente". Ambas residen todavía en Villamanriquede la Condesa, una pequeña localidad de 5.000 habitantes que puede presumir de su título como la cuna del bordado del mantón de Manila en España.
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"A finales de los setenta, mi madre se puso como profesional para bordar y crear mantones con estilo distinto". Ya para ese entonces -nos cuenta- "la esencia del buen hacer del bordado se estaba perdiendo hacia lo comercial y barato".
Las creaciones de Ángeles se distinguieron rápidamente por los originales dibujos que adornan cada mantón: rosas inmensas que dialogan con pájaros, uvas, motivos chinescos y costumbristas. A través del bordado a mano, se sellan estos diseños sobre sedas naturales o crespones, dotando al tejido de un colorido intenso que solo puede obtenerse por medio del teñido artesanal.
De China a Sevilla: el accesorio de moda entre las invitadas más elegantes
No era su primer rodeo, pero sí uno muy significativo. Con el paso de las décadas, los mantones de Ángeles Espinar se han colado en desfiles internacionales con sede en Japón, Los Ángeles, Londres, Milán o París: "Fuimos la primera firma en subir esta prenda a una pasarela de moda", asegura María José. El resurgir del mantón de Manila como accesorio estrella para novias e invitadas puede tener mucho que ver en el rotundo éxito de este negocio familiar más allá de las ferias o los tablaos.
Desde la firma insisten en que, a diferencia de lo que ocurre con otras vestimentas tradicionales, cada vez son más las chicas jóvenes que quieren llevar mantón: "A pesar de ser un atuendo de hace más de 100 años, aparte de ser tradición en nuestra cultura, aporta lujo y distinción a quienes lo llevan, sumando que favorece a todas y cada una de las mujeres".
El origen de esta pieza tradicional se ubica en China, primer país productor de seda, pero la obsesión orientalista de los europeos en el siglo XIX propició la apropiación del mantón al otro lado del mundo, bautizado por la capital filipina en referencia a la ruta comercial que debía recorrer para llegar a España. Fue protagonista de zarzuelas, letrillas, retratos y obras de arte hasta incorporarse de lleno al folclor andaluz, coincidiendo con la celebración de las primeras ferias.
Dos siglos después, las mujeres más elegantes de España han convertido al mantón en un reclamo internacional que no ha pasado desapercibido para la casa francesa. "Colaborar con una firma de tal envergadura como es Dior, fue un reto y un privilegio para nosotros. Entre ambas firmas hemos creado una pieza de lujo, única, exclusiva y preciosa. Ver como nuestro trabajo conjunto ya no es un prototipo o idea, si no una realidad ha sido algo maravilloso. Ha sido un éxito tanto para nosotros como para Christian Dior", aseguran en Ángeles Espinar.
Abanicos con dos siglos de historia
Faltaba, sin embargo, otro elemento indispensable del traje de flamenca, el abanico, aunque en lugar de buscarlos en Sevilla, la maison se desplazó hasta Valencia, otorgando, una vez más, prioridad a las raíces de cada complemento para crear la colección perfecta, sin cabos sueltos ni anacronismos. Para esta labor, Dior contactó con otro negocio familiar, Abanicos Carbonell, que desde 1810 se dedica a la fabricación de abanicos 100% artesanales.
En este reducido taller, adjudican su prevalencia de dos siglos a la fuerte presencia del abanico en nuestras numerosas celebraciones regionales: "El abanico es un complemento de moda en la cultura española, conocido en todo el mundo como un básico en la indumentaria flamenca. No obstante, en casi todas las indumentarias típicas españolas, como las falleras, camareras, belleas, clavariesas, es imprescindible. En el día a día, con el clima que tenemos, también es necesario", explican.
Cada día, por la fábrica de Abanicos Carbonell pasan "clientes de toda la vida", gente joven que quiere restaurar un abanico familiar, futuras novias que buscan un diseño para su día soñado, mujeres que recuerdan haber visitado años atrás con sus abuelas... Lo más interesante, sin embargo, que no lo menos sorprendente, son los turistas de todas las nacionalidades que acuden "huyendo del típico abanico de souvenir". Es aquí donde reside la inquietud de Maria Grazia Chiuri por encontrar la verdad entre tantos tópicos caricaturescos sobre el folclor español.
Su acercamiento respetuoso a la herencia española condujo a Dior a las puertas de esta antigua fábrica de abanicos que desde 1864 dirige la familia Carbonell, la cual recibió con brazos abiertos -¿cómo no?- su propuesta: "Siempre se agradece la confianza en nuestra empresa, que se dedica a la fabricación artesanal. En cuanto al reconocimiento, estamos encantados. Es fantástico que Maria Grazia Chiuri se interese en el trabajo minucioso de los abanicos y valore la tradición".
La Capitana, musa flamenca de Maria Grazia Chiuri
Antes de comenzar a bocetar, el equipo de Dior emprendió un extenso proceso de investigación, tras el cual definieron de forma unánime a su musa perfecta en la figura de Carmen Amaya, también conocida como La Capitana. En vida, ella personificó con su arte la esencia del flamenco más allá de las barreras impuestas antiguamente a las mujeres, un ímpetu feminista que comparten todas quienes han sido inspiración para la casa desde los tiempos de Monsieur Dior. A modo de homenaje, una coreografía flamenca acompañó a las modelos durante todo el espectáculo.
La Capitana fue la primera bailaora internacionalmente conocida en vestirse con ropa considerada masculina, como bien ilustra el afiche encargado por Chiuri a la artista María Ángeles Vila Tortosa. En oposición a los cánones patriarcales de su tiempo, la catalana se rebeló frente a la bata de cola tradicional, que solía pesar hasta 25 kilos, lejos de los dos o tres kilos de ahora, e hizo del pantalón su más fiel aliado.
En más de 40 de los 110 estilismos que recorrieron la pasarela artificial de la Plaza de España, los pantalones tomaron un papel protagónico con la intención de resaltar el tributo a las mujeres del flamenco que desafiaron los roles de género con su talante. El traje de típico bailaor toma elementos de la indumentaria de los hombres del campo, como lo son el sombrero de ala ancha, la faja, el calzón de paño o los chalecos abotonados, todos presentes en la colección Crucero 2023 de Dior.
Los expertos marroquineros de Andalucía
Del labrador al jinete, por motivos tan utilitarios como estéticos, el tratamiento del cuero cobra la misma importancia para sus trajes que el bordado para el mantón de la flamenca. En época del califato cordobés, árabes y judíos propiciaron que la España andalusí desarrollase una industria de extraordinario refinamiento y, siglos después, los valles serranos permanecen a la cabeza del sector de la marroquinería, codo a codo con el made in Italy. Como italiana, Chiuri, sin duda, lo ha sabido apreciar.
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Con la intención de reinterpretar la tradición del cuero cordobés, que combina técnicas de tallado y pintura, la directora creativa de Dior planteó una colaboración entre el artista Pietro Ruffo y el artesano Daniel López-Obrero Carmona. Este último plasmó los diseños del italiano en una serie de paneles de cuero pintados que cubren un baúl diseñado para albergar equipos de equitación. El interés por el mundo ecuestre no es nuevo para la casa Dior. Fue el eje central de la colección Crucero 2019, donde Chiuri también fusionó la feminidad nuclear de la marca con la vestimenta propia de los jinetes.
Cómo reinventar (con sabor español) el bolso más icónico
Asimismo, la equitación fue una fuente inagotable de ideas para el exdirector creativo de la firma, John Galliano, otro enamorado de España. Su fetichismo es palpable en su colección Otoño/Invierno 2010 para la firma, aunque alcanzó su cúlmen en 1999, cuando ideó para la maison el icónico bolso Saddle, bautizado así por su similitud con la silla de montar. Rápidamente, se convirtió en un accesorio de culto del cual se diseñarían distintas versiones. Tras ser descontinuado, fue relanzado por Chiuri en 2018, alzándose como el artículo de moda más popular ese año, dos décadas después de su debut.
El vínculo de este accesorio bestseller con el linaje agrícola de los territorios andaluces garantizó su fuerte presencia en esta colección. Además del baúl, Dior encargó al dorador López-Obrero Carmona la decoración de unos ejemplares con motivos tradicionales que veríamos habitualmente en abanicos o mantones, un derroche de preciosismo resultado de tres generaciones dedicadas al manejo del cuero.
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'Cuando contactaron conmigo, sinceramente pensé que era una broma telefónica'
En cuanto a la tarea del bordado, la firma contó con la experiencia de Javier Menacho Guisado, de la Guarnicionería Menacho, para reinventar este legendario bolso. El sevillano señala a la indumentaria de los hombres del campo bravo del XIX como la vestimenta vigente, reconocida en todo el mundo, de las fiestas populares de la región, que han fosilizado estas tradiciones a la manera de un cuadro de Cejudo o Sorolla.
Cuando recibió la llamada de París, Menacho Guisado no podía creerlo: "El proceso de trabajar con Dior ha sido algo vital para mi carrera profesional. Llevo años luchando por hacer bolsos artesanales con una proyección diferente a lo que actualmente existe y que una firma como esta ponga sus ojos en mis manos.... Cuando contactaron conmigo, sinceramente pensé que era una broma telefónica".
El estilo ecuestre de Cayetana Fitz-James Stuart
La Feria de Sevilla ha recibido, en su historia de casi tres siglos, a tantas estrellas del medio anglosajón que resulta imposible enumerarlas. De Ava Gardner a la princesa Grace de Mónaco, estas han caído rendidas al aparente exotismo del pintoresco andaluz, pero ninguna de ellas causó tanto revuelo como Jackie Kennedy Onassis. La 'viuda de América' visitó la capital hispalense en 1966 bajo invitación de Cayetana Fitz-James Stuart, encargada de instruir a la ex Primera Dama en los pasatiempos de la élite ferial: fue a los toros, se vistió de flamenca, montó a caballo...
Esta estampa de ambas al lomo de sendos rocines inspiró la creatividad de una de las casas de moda más grandes del mundo, pues consigue capturar -sin quererlo- la simbiosis del espíritu cosmopolita de la maison y el saber hacer local, la dualidad epítome del lujo.
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"El c, nos comenta Menacho. El recuerdo de la duquesa de Alba sirvió de referente para la diseñadora, encandilada por la sofisticación de la aristócrata, que ostentaba en vida el título de Hija Predilecta de Andalucía: chaquetillas brandenbourg, pantalones de jinete, fustas, sombreros de fieltro, entre otros complementos, figuran en los looks que, medio siglo después, Dior pondría a desfilar en la Plaza de España.
Un viaje en el tiempo: los sombreros de la duquesa de Alba y Jackie Kennedy
Para esta colección, Maria Grazia Chiuri quiso reinterpretar los sombreros de la fotografía, dos formas de sombrero emblemáticas de el vestuario de equitación, pero jamás hubiésemos esperado que contactaran precisamente con el mismo taller que, en 1966, confeccionó a mano esas piezas para la duquesa de Alba.
Y no fuimos los únicos en llevarnos la sorpresa: "Investigaron a los fabricantes de sombreros locales y descubrieron que Fernández y Roche estaba vivo, bien y operativo para satisfacer las demandas de un cliente tan importante. Si pensamos en el evento, es casi extraordinario", relatan con emoción desde la firma.
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La contribución de los sombrereros fue clave en la misión de retratar el folclor regional: "Los días de fiesta en Sevilla son un derroche de vestimenta tradicional, sombreros sevillanos y tocados de ala ancha característicos de esta parte antigua de España". Es por ello que la maison solicitó a Fernández y Roche, fabricantes desde 1885, dos diseños clásicos, uno de fieltro y otro de paja, ambos decorados con detalles icónicos de Dior, para rematar más de un centenar de looks del desfile. Cada uno de los invitados al evento -entre los que encontramos a Chiara Ferragni, Sassa de Osma o Victoria de Marichalar- también recibió su propio sombrero a modo de souvenir.
La diseñadora no escatima en halagos cuando se trata de reconocer la labor de los artesanos, como puede verse en uno de los avances publicados en las redes sociales de Dior: "Es un trabajo increíble. He quedado sorprendida en este viaje con todas las distintas técnicas artesanales porque no son solo bordados sino también, trabajo con plata. Aquí son verdaderos pioneros de la excelencia".
La adoración a la Virgen a través de la moda
En una visita a la Basílica de la Macarena en Sevilla, Chiuri quedó maravillada por la glorificación de la feminidad tradicional en la cultura estética del sur de España: "Toda sus diferentes representaciones muestran vestimentas únicas con alusión a la fertilidad, al amor y a la procreación". Las espinas en la cabeza de esta Virgen María, la más venerada de Sevilla, llamaron especialmente su atención. Esta impresionante pieza de ornamentación fue regalo de un torero a principios del siglo XX y se han convertido en símbolo de belleza para La Guapa, como le llaman los locales.
La Iglesia de Nuestra Señora de la O, otro de sus descubrimientos, alberga a una Virgen ligada a la idea de la fertilidad. A su alrededor, encontramos representada la luna, símbolo milenario de la maternidad, razón por la cual Maria Grazia decidió celebrar el desfile bien entrada la noche.
"El arte sacro en Andalucía es historia y cultura de nuestra tierra y sin duda nuestra forma de entender la vida. Las tradiciones religiosas son fomento de valores y motor de nuestra economía", afirman desde Ofebrería Ramos- "Que Dior haya puesto los ojos en nuestros oficios ha sido la gran oportunidad de enseñar al mundo entero el valor de la obra exclusiva hecha a mano y sus valores más humanos".
Este negocio de hermanos con casi 50 años de experiencia confeccionó para la firma una línea de joyería que rinde homenaje a Monsieur Dior con la rosa de Granville, temática central de las piezas. Al igual que con los decorados religiosos que adornan las emblemáticas catedrales de la capital, los orfebres emplearon métodos tradicionales de la metalurgia en un proceso de cuatro meticulosas fases: dibujo, entallado, repujado y lampistería.
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Durante sus viajes a España, Maria Grazia Chiuri conectó con el simbolismo de las iglesias, entre otros recintos religiosos, como sedes ritualistas que cultivan el sentido de comunidad. Estos majestuosos lugares de encuentro nos sumergen, más allá de cualquier credo, en una suerte de trance stendhaliano, aunque, como diseñadora, la italiana se fijó especialmente en los magníficos bordados dorados de las vestimentas eclesiásticas.
El bordado juega un papel fundamental en todas las colecciones de la directora de Dior, quien ha recorrido el mundo, desde la India hasta Marruecos, para descubrir nuevas técnicas propias de cada región. En Sevilla, su equipo se puso en contacto con distintos talleres, los mejores de la ciudad; entre ellos, el de Jesús Rosado.
Rosado trabaja con seda e hilos de oro o plata para bordar las vestimentas de las Vírgenes, disposición similar a la de un atelier de alta costura. "
De acuerdo con la extensión de cada prenda, así como los materiales que se empleen, algunos de los bordados pueden exigir hasta dos años de trabajo, pero la propuesta de Dior resultó más que factible a sus manos expertas. Así nos lo cuentan de primera mano: "