Para el excéntrico John Galliano, conocido por sus conceptos excesivos y artísticos, no hay que preguntarse por qué uno se pone un sombrero sino que, por el contrario, hay que preguntarse por qué no. A diferencia de los bolsos más icónicos de la historia, no todos los sombreros encajan en cualquier ocasión. La metamorfosis de este particular accesorio, del adornado tocado real al ligero canotier de paja, data de hace casi tantos años como la humanidad misma. Este accesorio de cabeza con más de dos mil años de antigüedad se inventó por necesidad para los campesinos, pero progresivamente alcanzó su máximo esplendor como símbolo diferenciador de posición social. A día de hoy, podríamos decir que continúa siendo, por encima del resto de complementos, la mayor declaración de intenciones, con tantos diseños como permite la imaginación. Resaltan, sin embargo, 9 sombreros eternos que han burlado las fronteras del tiempo, perdurando en la memoria colectiva por su versatilidad e innovación.
Boina
El modelo más extendido nace en el siglo XV, entre el País Vasco y Francia. Originalmente, eran los pastores que trabajaban en los Pirineos quienes llevaban la boina para protegerse del clima, aunque esta sigue formando parte de la indumentaria tradicional de la región. La infantería montañera francesa y las organizaciones paramilitares vascas incorporaron estos elementos a comienzos del siglo XX e influyeron en los uniformes militares de todo el mundo. Comenzó a representar rebeldía y revolución: la subcultura beat, conocida por sus boinas negras, se oponía a las instituciones y al capitalismo; mientras que en Estados Unidos, el Partido de las Panteras Negras la llevaba como emblema en su lucha antirracista. Beyoncé hizo referencia a ello en su presentación del Superbowl en 2016. ¿Entonces, por qué se asocia directamente con Francia? En los años previos a la Primera Guerra Mundial, la boina se convirtió en tendencia entre los artistas de vanguardia, rebeldes por naturaleza, cuyo sitio de reunión era París, y pronto se consolidó como moda entre la élite del espectáculo.
Bucket o pescador
El bucket actual surge como un sombrero de lana resistente al agua para los pescadores irlandeses, alrededor de 1900, con fin de protegerlos contra la lluvia donde fuese, acción posible gracias a su ala ancha y a su diseño plegable que fácilmente cabía en los bolsillos. El bucket se popularizó de manera masiva con el auge del hip-hop en la década de los ochenta, siendo el rapero LL Cool J y su pescador de Kangol los símbolos de una indumentaria para el rap. Pronto, la movida nocturna de las raves se apropió también de este gorro plagado de connotaciones subversivas y se trasladó rápidamente al streetwear como tendencia en los años noventa y dos mil. En los últimos años, con la puesta en valor de la practicidad y la nostalgia por la moda de aquella época, el pescador se ha convertido en complemento habitual en los looks de las supermodelos más virales, tanto en verano como en invierno.
Canotier
También apodado ‘sombrero de navegante’, el canotier de paja fue creado sobre 1880 para los gondoleros venecianos, quienes lo adornaban con una cinta alrededor de la copa. Era la opción de sombrero masculino preferida en el verano y triunfaba sobre todo en la clase alta, como los colegiales de Oxford, que hicieron de este su sello. Se extiende su diseño en Francia por la práctica del piragüismo como deporte estival de élite a finales del siglo XIX, trasladándose su uso a ambientes formales. Coco Chanel lo introduce a la moda femenina como oposición a los restrictivos y exagerados cánones de principios del siglo XX. En los años previos a la Primera Guerra Mundial, la diseñadora presuntamente asistió al hipódromo con canotier y traje sastre, contrastando con el resto de mujeres, que ostentaban amplios sombreros con plumas y vestidos encorsetados. Este hecho le ganó reconocimiento y cambió la historia de la moda de mujer para siempre. Actualmente, el canotier de paja sigue siendo una opción elegante para complementar estilismos veraniegos femeninos y masculinos.
Cloche
Su peculiar diseño de copa hemisférica, cuerpo cilíndrico y ala mínima, que acaba justo por encima de los ojos, fue ideado por Caroline Reboux y predominó durante los llamados ‘locos años veinte’. Su ceñido estilo masculino situaba al sombrero encajado a la cabeza, por lo que resultaba imposible llevarlo si se tenía el pelo largo. A lo largo de esta década, las mujeres se rindieron ante el corte de pelo a lo garçonne en busca de una nueva feminidad andrógina, sin restricciones. El sombrero cloche llegaba a cubrir la frente y parte de los ojos, obligando a la portadora a levantar el mentón y mirar hacia abajo, lo que reforzaba una novedosa seguridad para las mujeres del momento. Pocos años después, el sombrero Cloche perdería potencia como tendencia, pues las mujeres reclamaban piezas más funcionales o, al menos, cómodas, una corriente que solo ha crecido hasta nuestros días.
Fedora
El nombre proviene una obra de Victorien Sardou llamada Fédora y apareció por primera vez en 1882 como un sombrero femenino. El papel de la princesa Fédora Romanoff, interpretado por famosa actriz Sarah Bernhardt, llevaba un sombrero de ala suave con pliegues en el centro. A raíz de esto, pronto se convirtió en una moda popular, especialmente entre mujeres sufragistas y hombres de clase baja. En 1924, el príncipe Eduardo de Inglaterra comenzó a usarlo como alternativa a los rígidos sombreros de los hombres de la época. Dicho evento trasladó el fedora al vestir masculino, convirtiéndolo en una de las pocas prendas sin género en aquel entonces. El fedora ha sido asociado ampliamente con los gánsteres y la prohibición, conexión que coincide con su auge entre los años veinte y cincuenta. Hollywood utilizó este sombrero como icono repetitivo de virilidad y misterio, usado en la gran pantalla por nombres como Cary Grant y Humphrey Bogart, aunque también se lo hemos visto a Frank Sinatra (quien supuestamente tenía vínculos con la mafia) en el escenario.
Fascinator o tocado real
Desde la década de los noventa, el nombre fascinator se refiere a un tipo de complemento formal muy diferente del sombrero clásico, aunque existe desde mucho antes bajo el concepto de tocado. En el siglo XVIII, María Antonieta de Austria, reina consorte de Francia, introdujo la moda de utilizar plumas de avestruz como una decoración de cabeza, tendencia popular entre las damas de las cortes europeas. A partir de entonces, se hizo frecuente entre la realeza cristiana consolidar su posición con sombrerería ‘fascinante’. Como dice su nombre, no cumple una función práctica sino que busca fascinar a través de su diseño decorativo, sujeto a la cabeza por una cinta o un gancho. Actualmente, las mujeres usan con frecuencia los tocados en ceremonias o servicios formales de carácter religioso, especialmente en las bodas. Un claro ejemplo de su uso lo encontramos en los míticos enlaces reales que han pasado a la historia, como la boda de los Duques de Sussex, donde las invitadas, desde Kate Middleton hasta Victoria Beckham, hicieron alarde de sus creativos tocados fascinadores.
Gorra de béisbol
A lo largo del siglo XIX, a pocos años de la invención del béisbol como deporte nacional en Estados Unidos, los jugadores no tenían un sombrero estandarizado como uniforme. De hecho, estos podían usar cualquier sombrero con ala para protegerse del sol durante el juego. Con el cambio de siglo, los diseños evolucionaron añadiendo agujeros para permitir el flujo de aire, una visera rígida y parches más grandes hasta llegar, en los años cincuenta, al modelo común que conocemos. Las gorras de béisbol se popularizaron gracias a las transmisiones televisivas: los fanáticos comenzaban a mostrar su apoyo a través de este accesorio. Pronto, las marcas se dieron cuenta del poder publicitario que la gorra contenía en su diseño, descubrimiento que disparó la popularidad de este sombrero unisex. Comenzó a usarse fuera de entornos deportivos, ya sea para ocultar el rostro o incluso para enviar un mensaje político (véase el Make America Great Again de Doland Trump o la satírica gorra de Balenciaga). Las grandes marcas de lujo, entre ellas Celine y Gucci, han transformado este sombrero originalmente deportivo en un símbolo de lujo en clave casual, reafirmando el contenido promocional intrínseco de la gorra de béisbol.
Panamá
El Panamá es realmente originario de Ecuador y se elabora con la palma de toquilla en este país suramericano desde el período precolombino. Después de la colonización española, los indígenas de la zona comenzaron a comercializarlos a nivel local hasta que, en 1840, se envió un cargamento de toquillas a Panamá, donde los sombreros se convirtieron en un cotizado suvenir para los viajeros que se dirigían a California. La construcción del Canal de Panamá ayudó a cimentar el vínculo entre el complemento y el país. Un ejemplo es al visita de Theodore Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, en1906, cuando fue fotografiado con este accesorio, consolidando el nombre del sombrero Panamá. El proceso de elaboración puede tomar hasta seis meses, ya que comienza con la cosecha de los tallos de la toquilla supone un delicado proceso artesanal. Actualmente, este sombrero suele usarse en verano, principalmente, o en regiones de clima tropical.
Pillbox
Un sombrero pillbox o casquete es un sombrero pequeño sin ala con corona plana y lados rectos. Diseños similares a este fueron empleados a través de la historia en la indumentaria militar, remontándose incluso al Imperio Romano. Actualmente, este diseño lleva el nombre de Pillbox por su similitud con las pequeñas cajas cilíndricas en las que se vendían las pastillas, dada su rígida forma. Este sombrero ganó fama entre las mujeres por influencia de Jackie Kennedy, quien llevó un ejemplar azul violáceo a juego con su vestuario en la ceremonia de investidura de John F. Kennedy, en enero de 1961. El primer pillbox de Jackie-O es creación de Halston, diseñador que, al igual que Coco Chanel, tuvo sus inicios confeccionando sombreros, y cuya memoria es rescatada por Ryan Murphy en su nueva miniserie para Netflix. Durante la década de los sesenta, quien fue primera dama de Estados Unidos hizo de este complemento el elemento más representativo de su estilo, popularizándolo (como el icono de moda que fue) entre las mujeres de la época.