Este diseño interpreta el espíritu isleño y sigue las directrices de la moda ad-lib, tan característica de las Islas Baleares: color blanco, tejidos ligeros y estilo desenfadado. Prescinde de mangas y se hace especial gracias a las puntillas y bordados que, junto con su largura mini, le aportan un aire naïf y aniñado que convierten en el vestido estrella del verano. ¿Su mejor baza? La atemporalidad. Como puedes comprobar en esta imagen, en 2011 la entonces princesa de Asturias lo combinó con unas sandalias planas con detalles en el empeine, una bandolera de piel y gafas de aviador. Seis años después, sorprende con un estilo mucho más mediterráneo gracias a unos accesorios especiales con acento español.