La primera dama de Estados Unidos parece haber roto su idilio estilístico con Dolce & Gabanna. Durante la gira internacional por Oriente Medio y Europa que realizó junto a su marido confió plenamente en los diseñadores italianos. Ahora, para acudir a la gala anual del Teatro Ford de Washington, donde su marido Donald Trump se estrenó en la escena social estadounidense, ha preferido los diseños románticos de Monique Lhuillier, una de las diseñadoras favoritas de las celebrities para sus trajes de novia.