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La primera dama de Estados Unidos parece haber roto su idilio estilístico con Dolce & Gabanna. Durante la gira internacional por Oriente Medio y Europa que realizó junto a su marido confió plenamente en los diseñadores italianos. Ahora, para acudir a la gala anual del Teatro Ford de Washington, donde su marido Donald Trump se estrenó en la escena social estadounidense, ha preferido los diseños románticos de Monique Lhuillier, una de las diseñadoras favoritas de las celebrities para sus trajes de novia.

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El diseño en cuestión es un vestido largo con drapeado delantero, realizado en crepé de seda color champán. Es un diseño de corte minimalista que ronda los 3.000 euros y está disponible en la web de la diseñadora filipina. Lo combina con unos zapatos de salón a tono y sencillas joyas. Es un looks discreto que difiere (tanto en estilo como en precio) de uno de los estilismos que generó más polémica en su visita a Sicilia: un abrigo con bordado de flores de 46.000 euros.

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