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La presente visita de los reyes de España a Países Bajos marcó un antes y un después en la trayectoria institucional de la princesa Amalia, primogénita de los reyes Guillermo Alejandro y Máxima. A sus 20 años, la joven royal presidió este miércoles su primer banquete de Estado y esa misma noche recibió por parte de su padrino de bautismo, Felipe VI, la condecoración de la gran cruz de la Orden de Isabel la Católica, que viene siendo su primera distinción internacional. Con el tiempo, se convierte en fiel reflejo de su padre, consciente del compromiso necesario para asumir el trono neerlandés, y nadie puede negar que, al igual que su madre, emana una simpatía y una elegancia dignas de admirar.
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- Máxima impacta con un vestido de escote viral y la tiara más valiosa de su colección
La princesa Amalia despide a los Reyes con un look de accesorios metalizados
Así lo demostró en su gran noche, cuando ejerció de anfitriona para los reyes Felipe y Letizia. Eso sí, lo hizo codo a codo con sus padres, pero fue ella quien atrapó gran parte de las miradas con su estilismo de vaporoso vestido con capa y alhajas históricas de la Casa Orange. Solo 24 horas más tarde, la princesa holandesa también asistió al último acto de la visita de Estado (solo fue vista previamente en el banquete del miércoles).
Los reyes de España, sus homólogos de Países Bajos y Amalia realizaron un recorrido por la exposición de arte contemporáneo en el Straat Museum de Ámsterdam, para después decir 'adiós' formalmente con una recepción, en la cual no necesitó echar mano de imponentes tiaras ni gargantillas.
La princesa Amalia apostó por un vestido midi satinado en tono verde esmeralda parecido al modelo de gala que llevó para su debut en el Día del Príncipe de 2022. A la primogénita de Máxima le gustan mucho los escotes en forma de 'V' o cruzados porque estilizan su torso, así como las faldas fluidas de corte acampanado, que tienen la capacidad de disimular las curvas.
Para protegerse del frío, no obstante, se decidió a su vez por una prenda algo más casual que el vestido, aunque apropiada si tomamos en cuenta que se trata de la inauguración de una exposición de arte contemporáneo. Es un abrigo de doble botonadura en lana color marfil que seguramente llevará en su día a día con vaqueros e incluso recuerda al que llevaba cuando llegó con su equipaje al palacio de Ámsterdam el miércoles por la tarde.
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Para elevar definitivamente el estilismo, incorporó accesorios metalizados que captaban todos los focos de luz: unas sandalias de tiras con tacón realizadas en piel efecto serpiente color dorado, de Stuart Weitzman, a juego con un bolso arquitectónico en cuero dorado liso, de Marina Raphael (885 euros). Sus pendientes, dos aros gruesos texturizados de estilo años 80, apenas visibles a través de su rubia melena suelta, pusieron el broche de oro al look de Amalia, que optó por un maquillaje en tonos cálidos a contraste con su tez de porcelana, buscando de resaltar facciones como los pómulos o su mirada alargada.
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Recordamos el look de Amalia en su debut
24 horas antes de despedir a los reyes Felipe y Letizia, la princesa Amalia nos dejó sin aliento en el banquete de Estado que presidió en honor a los monarcas españoles. Con su recién estrenada condecoración de la gran cruz de la Orden de Isabel la Católica, la mayor de las hijas de Máxima lució un vestido azul medianoche que llevaba una vaporosa capa de gasa al tono incorporada, una técnica especialmente favorable para mujeres altas, de hombros más anchos, porque esto les permite estilizar las zonas del escote y el torso, una intención que se ve reforzada por el corte en forma de 'V' que decora la parte frontal de su diseño.
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Las joyas por las que se decantó dieron de qué hablar a la prensa internacional, ya que nos referimos al set de pavo real de diamantes y rubíes que se mandó a hacer en 1897 para la reina Guillermina, quien ascendió al trono a la par que llegó a la mayoría de edad a causa de la muerte de su padre, Guillermo III. Para su elaboración, la casa Frankfurt E. Schürmann utilizó rubíes de la propiedad de Sofía de Wurtemberg, primera mujer del difunto monarca.
Amalia ya había estrenado esta exquisita tiara hace exactamente un año, con motivo de la boda del príncipe Hussein de Jordania, pero jamás se había puesto el conjunto completo de pendientes, brazalete, gargantilla y diadema. Siguiendo la tradición que fijó la reina Máxima de desempolvar reliquias olvidadas en los cajones de la familia real holandesa, la joven princesa nos sorprendió una vez más con su elección.