No hace falta remontarse mucho atrás en el tiempo para saber que categorizar era una de nuestras pasiones. En el terreno de moda todavía más, pues desde que se crearan las primeras prendas siempre hemos etiquetado, literal, la ropa por géneros, tallas y edades. Sin embargo, y a la par que los cambios sociales que han llegado con la generación Z y los boomers, la industria del textil lleva años empeñando sus esfuerzos en derribar estas fronteras para vestirnos con propuestas más inclusivas, dándonos lugar (al fin) a poder reflejar nuestra verdadera identidad, y no tanto a la que parecía que debíamos ajustarnos.
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- Moda sin códigos: por qué la moda ahora es rebelde
Dicen que la manera en la que vestimos es una primera etiqueta de presentación. Puede que este sea el motivo que se esconde detrás de que ahora los diseñadores persigan este propósito lanzando colecciones en las que parece que ya no existen límites. De hecho, basta con echar un vistazo y repasar todo lo que hemos lucido, y estamos luciendo, desde hace años para darse cuenta.
Más allá de que los armarios femeninos y los masculinos beben unos de los otros, cada vez son más las marcas de moda que lanzan colecciones unisex. En terreno patrio lo vemos claro gracias a algunos de nuestros diseñadores más consagrados, como Palomo Spain, quien siempre ha hecho un alegato a favor de esta apuesta. También, en algunas de las Semanas de la Moda que están empezando a despuntar frente a las 'Big Four' (Nueva York, Londres, Milán y París), encontramos calendarios plenos de diseñadores que rompen cualquier casilla, como sucede en la Semana de la Moda de Berlín, probablemente la más inclusiva que encontremos en todo el panorama mundial. Incluso, si queremos ir un paso más allá, podemos analizar también las propuestas que nos presentan las marcas que mejor conocemos, como Saint Laurent o Louis Vuitton, que nos sitúan sobre pasarela diseños que podrían encajar tanto en el armario de una mujer como en el de un hombre. Y, es que si lo pensamos, encontramos un ejemplo claro en los trajes de americana y pantalón. Aunque ahora enfundadas en ellos vamos a trabajar, a una cena, a un evento y hasta a hacer recados, no hace tantos años que ver a alguien en Nochevieja con un traje y no con un vestido nos parecía sorprendente.
La batalla de las tallas sigue su camino
La moda ‘Y2K’ ha hecho un flaco favor al body positive; sin embargo, al mismo tiempo, con su proliferación y la vuelta de las prendas diminutas que dejan los torsos al aire libre y donde hay transparencias por doquier, también ha nacido el efecto contrario: el del aluvión de chicas que han ido contra la dictadura del tallaje y han decidido que, aún a pesar de los estereotipos que suelen dominar la industria, no han renunciado a seguir las tendencias y lucen, independientemente de la tela que tenga, la ropa mini que llevábamos a principios de los 2000. Así, gracias a ello, y a pesar de que en este campo todavía queda mucho camino por recorrer, ahora vemos mayor variedad de todo tipo de cuerpos y alturas luciendo, también, todo estilo de ropa. Desde crop tops, pasando por faldas plisadas de colegiala, hasta zapatos planos en todas las ocasiones.
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La moda sin edad ya está a la orden de día
Si, en cambio, hay algo que sí que se ha establecido ya con fuerza y que hemos interiorizado sin apenas esfuerzo, esto es el fenómeno ageless, es decir, el de lucir prendas que ya no entienden de edades. Puede que una de las primeras en aparecer en escena fueran los chalecos de punto o los jerséis de cremallera en el cuello estilo polo que nos recordaban al armario de nuestros padres y que comenzamos a lucir ya hace muchos años. Ellos tan solo abrirían la puerta a una gran entrada de prendas que nos indican que, afortunadamente, la edad es cada vez menos un requisito a la hora de escoger prendas. Fijémonos en algunas de las últimas corrientes de estilo en aparecer, como en la estética coquette, la responsable de traernos de vuelta los lazos en el pelo que llevábamos de pequeñas, las capotas, las camisetas con dibujos infantiles, los abalorios e, incluso, ha sacado a la calle esas camisetas interiores con lacitos rosas que nos ponían nuestras madres debajo de la ropa para que no nos cogiera el frío.
Otra de las corrientes de estilo que se han instalado con ímpetu en nuestro día a día para eliminar ha sido la moda de vestir como si lleváramos siempre uniforme de colegio privado. Hablamos de todo lo college, esa pasión por las minifaldas de tablas, las corbatas, las medias hasta las rodillas con mocasines y cualquier prenda que pudiera recordarnos a series como Gossip Girl o Élite. Pero aún hay más, porque si lo pensamos, las perlas que tanto eco tienen a día de hoy, ya las llevaban nuestras abuelas, los pantalones sastre de tiro alto podríamos cogérselos prestados a nuestros abuelos, y todaesa corriente vintage que está invadiendo las calles ahora (chaquetas de chándal de colores, blusas llamativas o bandanas) probablemente nos suenan de ver alguna fotografía de nuestros padres de los años 80.
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Merece la pena destacar que no solo son las chicas jóvenes las que tienen licencia para vestir con la ropa que llevaban de pequeñas o con la que en el pasado llevó su familia, sino que ahora también las mujeres maduras están incorporando guiños y ropa juvenil a sus looks. Influencers como Grece Ghanem lo demuestran atreviéndose con vestidos mini ajustados, tops que dejan parte del torso al descubierto, pantalones cómodos como los virales de Adidas flojos, o vestidos lenceros plenos de volantes y con escotazos.
Con todos estos ejemplos queda claro que la moda ageless ha llegado para desafiar las restricciones impuestas por la edad en el mundo de la moda. Ya no se trata solo de las jóvenes que pueden experimentar con estilos de moda del pasado, sino que las mujeres maduras también están adoptando esta tendencia con entusiasmo, un cambio de paradigma que resalta la importancia de la autoexpresión sin importar la edad y celebra la diversidad en la moda. La edad ya no es una barrera para explorar nuestra creatividad y reflejar nuestro estilo personal, sino más bien un lienzo en blanco. Que así siga siendo.