Nacido en una diminuta localidad de apenas 300 habitantes, el diseñador Leandro Cano decidió hacer de sus raíces la mejor arma. "Recuerdo cuando estaba con Marc Jacobs en Nueva York, que con lo que más se sorprendía era con las técnicas artesanales que llevábamos en las colecciones", nos confiesa. En algunos de los bordados, volúmenes o puntos quedan las huellas de las mujeres que trabajan para hacer realidad su visión creativa desde que, una década atrás, creó una asociación en su pueblo natal, Ventas del Carrizal, formada íntegramente por costureras de más de 60 años. "No deja de ser sorprendente", afirma el jienense al desvelarnos los detalles de su entrega para la temporada Otoño/Invierno 2024, un 'Menú' de lujo donde la artesanía se presenta como ingrediente esencial.
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La 'sostenibilidad social' de Leandro Cano
Crecer en un pueblo de la España rural no fue un impedimento para los sueños del pequeño Leandro sino un impulso que motivó la estética de su firma homónima, repleta de guiños a la cultura andaluza, así como la implantación de un sistema de producción reivindicativo de la herencia artesana de su tierra, que él llama 'sostenibilidad social'. Las creaciones de Leandro Cano fusionan neopreno, cuero o denim, todos tejidos modernos, con técnicas que, para sus expertas costureras de Ventas del Carrizal, no son nuevas ni vanguardistas. Utiliza lana de sastrería, lana merino española, jacquard, entre otros materiales sofisticados y representativos de la 'marca España', rescatando tradiciones de antaño, cuando las mujeres se vestían con cancanes o refajos.
Las amigas de su adorada abuela Carmen, que lo vieron crecer, son ahora un engranaje crucial de esta máquina: "Yo les debía la vida literalmente a ellas. Entonces decidí en un momento dado que tenía que darles ese homenaje". De aquellos recuerdos, entre olivos, Leandro Cano se nutre para crear las colecciones con las que suma diez años de éxitos. Pero lejos de cualquier trillado recurso folcrórico, como el flamenco o la tauromaquia, el oriundo de la sierra de Jaén opta por reinterpretar la historia bajo los términos de su propio imaginario.
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De María Tudor al Seat 600: folclore español y recuerdos de infancia
Leandro Cano vuelve a Madrid después de cinco años para presentar una colección con la que vuelve a sus orígenes, siendo una persona completamente distinta de la que empezó este viaje a través de la moda en 2012. Menú se compone de piezas que son entrantes, platos principales o postres, expuestas sobre la pasarela como manjares en una degustación. Así como en la gastronomía existe la amargura o el dulzor, estos looks fueron concebidos a partir de sentimientos como el silencio, la oscuridad o la añoranza.
Nos ha llamado especialmente la atención un estampado único que versiona el Toile de Jouy en una variedad de tejidos, donde figuran imágenes tan llamativas como Felipe II sobre una moto cortando cabezas por los campos de Andalucía o María Tudor sosteniendo su corazón en la mano. La estampa más próxima al ADN de la firma, no obstante, es un clásico coche Seat 600, el vehículo de su niñez.
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En esta colección para la temporada Otoño/Invierno 2024 se esbozan estampas íntimas de sus primeros años, cuando jugar en el campo, inventando mundos nuevos, era su única responsabilidad. Aunque una de lo más importante. Hablamos con el diseñador jienense momentos antes de presentar el desfile en Madrid y poner rumbo a Málaga para ofrecer una ponencia en el evento Rural Youth Art Summit: Artesanía y diseño en el medio rural, donde participaron 100 jóvenes artesanos españoles que seguramente tomaron nota de sus consejos.
¿De dónde viene el nombre Menú?
El nombre viene de la inspiración que he utilizado como referente a Buffet, que fue mi primera colección en 2012. En este caso, yo he querido desarrollar una sostenibilidad creativa. La he llamado Menú porque, al contrario que en un buffet donde las opciones son mucho más abiertas, en un menú es todo más cerrado. Tiene un principio y final, de ahí el nombre.
¿Qué técnicas y materiales destacan en esta colección Otoño/Invierno 2024?
En esta colección, destacamos principalmente el trabajo en el cuero, también en la lana merino española con una técnica de lazos súper ancestral que conocimos en Jaén, que se usaba para embellecer las partes interiores de los refajos y cancanes de las mujeres. Lo que hemos hecho ha sido sacarla fuera, como exagerándola, trayéndola a algo mucho más vanguardista. También hemos hecho un trabajo en el croché. Además, hemos intentado ser muy fieles a la estética y a los patronajes, renovando e inventando, pero manteniendo la esencia.
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Sueles aludir con frecuencia a elementos de tu infancia y tus raíces andaluzas. ¿Qué detalles personales podemos encontrar en Menú?
Pues mira, hay un detalle personal muy guay. Mi abuelo era taxista y, lo típico, antes no sabían qué hacer con los coches cuando se ponían viejos, y los dejaban aparcados en mitad del campo. Yo soy de un pueblo muy pequeño, de 300 habitantes, y recuerdo que había un olivo muy grande con ese coche debajo que nos servía a nosotros para jugar. Digamos que ese coche ha estado muy presente en toda mi infancia, entonces yo he querido rendir un homenaje a ese coche y a esa infancia y lo hemos estampado literalmente en los print de la colección.
Tus colecciones suelen tener un potente componente artístico. ¿Cuál dirías que es la parte más comercial de esta nueva entrega?
En mi opinión yo creo que la parte más comercial reside en los estampados, que al haber apostado por un tejido como el tul resulta muy atractivo. Los colores son básicos: blanco, negro, camel, azul cielo… Y al final son también muy comerciales. También hemos hecho un trabajo muy guay con frunces y lazos que van surgiendo en diferentes sitios para crear volúmenes especiales y más comerciales. La verdad es que creo que es una colección que tiene ese equilibrio entre vanguardismo, con un punto muy artístico, y lo comercial.
¿Puedes contarnos el significado de esta frase que figura en la invitación al desfile: "Cuando llegué a la venta todo estaba igual. Yo era el que había cambiado"?
Hacemos alusión a esa manera, a ese buffet, de ese momento. Como venimos presentando colecciones internacionalmente, pues ahora lo que he hecho ha sido todo lo contrario, al traer todo lo que me han enseñado afuera a Madrid, a mi casa, a España. Lo que cuento es cómo es ese viaje que he hecho metafóricamente de mi vida. Vuelvo a mis raíces, al inicio, vuelvo a Ventas del Carrizal, mi pueblo. Al llegar ahí me siento como que todo está igual, o sea, que nada ha cambiado, ¿sabes?
Vuelves a la capital después de un lustro a presentar tu colección anual. ¿Por qué escogiste Madrid?
Elegí Madrid porque es la capital donde vivo. Me gusta mucho vivir en Madrid. Me siento muy andaluz y muy internacional, la verdad, pero Madrid me gusta mucho y creo que le debía a Madrid una presentación. Hace cinco años que no hacíamos nada aquí y me apetecía volver, volver a casa.
Hablarás en el Rural Youth Art Summit de la Red Española de Desarrollo Rural sobre tu amplia experiencia en el sector. ¿Por qué decidiste, hace 10 años, tomar la iniciativa de trabajar con mujeres artesanas de tu pueblo natal?
Porque es que es una cosa bastante orgánica y natural para mí. O sea, yo me he criado con esas mujeres. Yo he sido un chico gordito, homosexual en un pueblo de 300 habitantes en el cual me han liberado y me han salvado esas mujeres. Yo les debía la vida literalmente a ellas. Entonces decidí en un momento dado que tenía que darles ese homenaje, y por qué no, a esa labor que hacían tan grande conmigo. Parece como algo más premeditado, pero para mí es muy normal esto.
Has dicho que la artesanía española se aprecia más en el extranjero que aquí. ¿Por qué crees que ocurre?
Principalmente por el complejo que tenemos en España de que lo nuestro siempre es lo peor. Recuerdo cuando estaba con Marc Jacobs en Nueva York, que con lo que más se sorprendía era con las técnicas artesanales que llevábamos en las colecciones. O sea que lo que les gusta en realidad es eso, las técnicas artesanales que son tan ancestrales. Aunque para nosotros son típicas y básicas, para ellos no deja de ser sorprendente.
¿Qué consejo le darías a un joven diseñador en España que, como hiciste tú, quiera emprender y centrarse en la artesanía?
Que se lo crea, que crean en ellos mismos. Que crezcan, que den todo lo que puedan de ellos y sobre todo, que no tengan complejos, que desde un pueblo se puede llegar a donde uno quiera.