Estas últimas jornadas han sido unas de jolgorio en la capital inglesa, donde los reyes Carlos y Camilla presidieron su primer desfile Trooping the Colour como monarcas de Reino Unido. Y no paran las novedades, pues su agenda los ha llevado este martes, tan solo un par de días después, a la ceremonia inaugural de las populares carreras hípicas de Ascot, una edición que marca su debut en el condado de Berkshire en calidad sucesores de Isabel II. Vestida de blanco una vez más, la mujer de Carlos III continúa rescatando tesoros del armario de su desaparecida suegra en señal de respeto.
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La reina Camilla se viste de blanco (otra vez) para su 'segundo debut' en Ascot
El blanco está reemplazando al azul cobalto en el vestidor de la reina Camilla desde que asumió su nuevo cargo el pasado mes. Tanto en la coronación como en la posterior fiesta del jardín de Buckingham, incluso en el reciente servicio por el Día de la Orden de la Jarretera, esta se ha decantado por la pureza del blanco impoluto, así que la primera tarde de carreras de purasangre no podía ser excepción a la regla.
La Reina ha optado en esta oportunidad por un nuevo abrigo cruzado de tweed en tono marfil hecho a medida especialmente para ella. En los laterales, observamos un favorecedor detalle de pliegues que añade algo de vuelo a la falda, pero lo que más llama la atención al ojo experto son sus ribetes de punto bordados en forma de diminutas flores blancas, adornadas a su vez con pequeñas cuentas metalizadas. Debajo, la mujer de Carlos III luce un vestido a juego, con los mismos detalles florales.
El punto fuerte de los estilismos en la hípica, sin embargo, no son los trajes sino los complementos, del tocado a las joyas, y la reina Camilla ha acertado en toda regla con sus elecciones. A sus guantes blancos, ha sumado una pamela clásica, ligeramente ladeada, del mismo tono marfil del abrigo, en sintonía con un bolso de mano en formato de sobre.
Hasta ahora, nada escapa de lo ordinario, pero no hemos podido evitar fijarnos en su nuevo broche con forma de ostra. ¿Te recuerda a alguien? De nuevo no tiene nada, realmente, porque fue confeccionado hace poco más de un siglo: se trata del Courtauld Thomson Scallop-Shell Brooch, uno de los tesoros más preciados de la fallecida Reina Madre.
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El broche, que presenta un motivo de concha en diamantes incrustados con una sola perla redonda, fue fabricado en 1919 por Goldsmiths and Silversmiths Co., aunque se dice que la autoría del diseño pertenece a Sir Courtauld Thomson, quien era hijo de un famoso inventor escocés.
Su hermana, la escritora Winifred Hope Thomson, fue quien obsequió esta impresionante pieza a la Reina Madre en 1994 "como muestra de respeto y profunda admiración", según asegura el historiador Hugh Roberts, aunque el regalo venía con una condición irrefutable: quería que fuera un broche que pasara de reina en reina de Inglaterra.
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Hasta el momento, solo lo han llevado tres soberanas de Reino Unido, pero se mantiene en el joyero real como una de las prendas más queridas por ellas. No existen dudas de que la Reina Madre lo consideraba una posesión valiosa, ya que eligió usarlo en la gran celebración por su cumpleaños número 100, en agosto de 2000. Cuando murió, dos años después, el broche fue heredado por su hija, la reina Isabel II, como dictaban las órdenes de su antigua amiga.
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Durante 20 años, la reina Isabel II llevó este broche en contadas ocasiones, pero sin duda eran de las más especiales, como el matrimonio de su nieta Zara Phillips, en 2011, o la inauguración de un monumento en honor a su madre, en 2009. Esta imagen, donde aparece la abuela del príncipe Guillermo vestida de un alegre color turquesa, fue capturada en Canadá, durante una gira por los países miembros de la Commonwealth, en el verano de 2010.